Solo era sexo

Lo tenía claro

desde el principio:

solo era sexo.

 

Instinto básico,

fuego,

piel con piel.

 

Los dos veníamos

de relaciones a distancia,

de esas

con tantas curvas

que, inevitablemente,

un día coges velocidad

y te acabas saliendo

de una de ellas.

 

Los dos

nos aplastamos los sesos

y quisimos

curarnos con sexo.

 

Me lo dejé claro:

teníamos licencia

para desgastarnos la piel,

pero no para llegar

a lo que había debajo.

 

Follábamos

con barra libre de besos

y los sentimientos

entre barrotes.

 

Digo que solo es sexo

mientras te enseño

la playa de mi infancia

y tú me cuentas

los momentos felices

de la tuya.

 

Solo es sexo,

digo mientras

me inundas la espalda de besos

cuando me hago la dormida.

 

Cuestión de piel,

aseguro mientras

me esperas fuera de casa

y me llevas a desayunar.

 

No es nada más que carne,

finjo entre cerveza y cerveza,

paseos junto al mar

y días de enero que vuelan

como si fuera verano.

 

Es tan solo mi instinto salvaje,

me digo cuando me besas lento

y suenan los Arctic Monkeys.

 

Solo son las ganas,

pienso mientras comemos

en un italiano

y me haces viajar a otros lugares

en plena pandemia.

 

Pero,

tras el sexo,

surge algo distinto,

insaciable,

a lo que no sé

ponerle nombre.

 

Siempre,

tras el incendio,

ardo en ganas

de que te quedes

a dormir.

 


Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

4 comentarios sobre “Solo era sexo

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