La que nunca creyó en tu vuelo,

pero trata de arrancarte las plumas

cuando te ve volando

más alto que nunca

por encima de cada miedo.

 

La que ensucia la palabra amistad

y con la misma mano

que prometió darte en los malos momentos

te apuñala por la espalda.

 

La que mide el valor de una piel

por la cantidad de sangre que pueda sacarle

antes de marcharse a enfermar otros cuerpos

con su picadura.

 

La que te sonríe cuando estás delante

y te critica cuando no lo estás.

 

La que, en lugar de alegrarse

de tu risa,

trata de arrebatártela.

 

Hay personas tan tóxicas

que pasan su vida

intentando amargar la de los demás

para intentar endulzar un poco

las suyas.

 

Hay personas tan infelices consigo mismas

que no soportan encontrarse

con la felicidad cara a cara

latiendo en otras pieles que no sean las suyas.

 

Hay personas tan falsas

que nos hacen preguntarnos cada día

qué máscara van a utilizar hoy

en su eterno baile de disfraces.

 

Hay personas que no logran entender que,

por mucho maquillaje

que les pongan a sus intenciones,

sus actos acabarán dejando

su verdadera personalidad al natural,

a cara lavada.

 

Pero a esas personas

no hace falta decirles nada,

porque un día la gente se cansará

de dar tanto por quien

solo da las limosnas de sí misma

y correrá hacia amistades auténticas.

 

Es cuando percibimos

que ese tipo de personas jamás van a cambiar

cuando tenemos que comenzar a cambiar nosotras.

 

Cambiar de coordenadas

hacia unas en las que se respire aire puro

sin que nadie lo contamine.

 

Cambiar de compañía

y juntarnos con quienes

elevan nuestra alegría al infinito

en lugar de con quienes tratan de restarnos vida.

 

Y, cuando cambies, notarás

que lo único que sientes ya

por esa persona es una profunda pena:

pasará la vida intentando hacer el mal al otro,

sin darse cuenta de que lo lleva por dentro.

 

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Miss Poessía

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