Hace un año.
Un año
de nosotros.
Doce meses
y seguimos conquistándonos
como una tierra
a la que llegamos sin esperarlo,
pero de la que ya ninguno
quiere marcharse.
Somos un paisaje conocido
en el que hay sorpresas,
recovecos y playas nuevas,
paraísos escondidos
a la vuelta de tus esquinas.
Haces que viva
con la emoción
de un parque de atracciones
y con la paz
de un paseo por el monte.
Haces que no me canse
de nuestra rutina
porque contigo
nunca nada es rutinario:
las risas al despertar,
nuestras tonterías,
los abrazos con el café,
las duchas con velas,
los paseos por la playa,
los viajes…
La vida.
Llegaste a mi vida
en otoño y,
contra todo pronóstico,
todo volvió a florecer.