Enamorarme del proceso

Ya está. Ha llegado el momento. El momento de despertar, de remangarse y de hacer el trabajo. Las próximas semanas serán las mejores semanas de mi vida. La década de los 20 es el mejor momento para crecer.

Da igual si me equivoco, hay que tomar riesgos. Si no los tomo ahora, ¿cuándo? ¿Cuando tenga una familia y las consecuencias sean más graves? No es el momento de buscar seguridad ni estabilidad. Es el momento de tambalearse, de ser una funambulista andando por la cuerda inestable de la vida, de arriesgarse, de viajar, de probar cosas nuevas hasta descubrir lo que me gusta, de tomar decisiones. Hoy tomo la decisión de convertir estos años en mis años «egoístas». De sumergirme en cada proyecto o idea loca que me apasione. De ser egoísta con aquello a lo que dedico mi tiempo, mi energía y mis ganas. De apartar de mi presente las personas tóxicas y todo aquello que resta y rodearme de personas que me aporten, que hagan que mi felicidad tenga un crecimiento exponencial cuando están a mi alrededor.

Quiero tener el valor de ser quien soy. De volver a mirar la vida con los ojos brillantes de aquella chiquilla llena de alegría que iba siempre por la vida con las rodillas magulladas. Quiero tener magulladuras y cicatrices porque, al mirarlas, recordaré las historias que cuentan. Quiero escucharme a mí misma sin filtros ni reproches, llegar a conocerme, invitarme a salir como si fuera el amor de mi vida. Porque, efectivamente, lo soy.

Lo que haga ahora tendrá un impacto en mis próximos sesenta, setenta años. La versión de mí misma que estoy construyendo hoy, en este preciso segundo, condicionará la versión de mí misma que seré. Y quiero ser la mejor versión posible.

Sé que va a ser duro. Que cada mañana tendré que levantarme y hacer acto de presencia. Hacer el trabajo. Sin embargo, si lo hago, la persona que seré dentro de diez años me estará eternamente agradecida. Ya lo dijo Mark Twain: «Dentro de veinte años lamentarás más las cosas que no hiciste que las que hiciste. Así que suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre».

Diez años parece mucho, pero no lo es. Si estoy dispuesta a sacrificar algunas cosas ahora, con 35 años mi vida habrá dado un cambio brutal. No me voy a salvar. No voy a quedarme inmóvil al borde del camino, ni a congelar el júbilo, ni a querer con desgana. Pero tampoco voy a presionarme ni a convertir estos años en un sufrimiento. Voy a disfrutar del proceso. Día a día. Minuto a minuto.

Voy a enamorarme del proceso de convertirme en la mejor versión de mí misma.


Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

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