Me viste acercarme
por el mapa de tu ciudad
con el hambre
de quien espera un pedido.
Mi alma viajaba conmigo
en la mochila térmica
para que mis sentimientos
no te llegasen fríos.
Llevé mi amor protegido
en una bolsa de cartón,
vigilando que mis emociones
no se derramasen.
Reduje el tiempo de entrega,
recorrí kilómetros a velocidad temeraria
y te di mi corazón en bandeja,
aún humeante.
Te lo tragaste
de un solo bocado,
sin saborearlo.
Luego me marché y solamente dejaste un:
«pedido tratado con cuidado»,
«siguió las instrucciones de entrega».
Cuando presente el modelo 347,
declararé que los gastos
de confiar en ti
fueron demasiado elevados.
Me fui
y supe que lo nuestro
no duraría ni una quincena.
Te fuiste
y menos mal.