Olas

Yo, que siempre he sido

defensora de la paz,

cometería una ola de crímenes

si vuelves a subir de esa manera

el telón de tus pestañas.

 

Me asomé a tus ojos

como una surfista

que se enfrenta a una ola en Nazaré:

sabiendo que es a vida o muerte,

que o lo gana o lo pierde todo.

 

Y, al final,

apostarlo todo al marrón

de tu mirada

fue mi mejor jugada.

 

Mis octubres

siempre fueron fríos,

pero al tocarme

creaste una ola de calor

en este lado del Atlántico.

 

Y tras tantas olas de contagios,

tras este virus que casi nos mata

y tantas olas de protestas…

 

Después de todo,

llegas tú con tu alma de marinero,

te quedas en mis alas de gaviota

y creas un mar en calma.

 

Y es que,

amor,

una vez lloré tantos mares

que he aprendido a surfearlos.

 

Por eso,

sé que la isla que formamos

al juntar nuestras pieles

es un buen lugar

para irse de vacaciones.

 

Que,

en este mundo tambaleante

y en medio del oleaje,

tu cuerpo

es tierra firme.


Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

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