Vendrá la felicidad y la verás en otras manos, en otros cuerpos y rostros. Llegará a tu vida disfrazada de lo efímero: pieles fugaces, desenfreno, noches en vela, música alta, vasos de ron, caos, gula. Querrá fingir ser MVP del partido de tu vida. La verás haciéndose pasar por campeona, abandonando el banquillo en el que la habías dejado, queriendo ser jugadora estrella vestida con ropa de suplente. Aparecerá aparentando ser única sin ser más que un pobre sucedáneo, como un batido de Herbalife. Será solo sustitutivo, placebo.
Llegará la felicidad y te dirá que esta vez sí, que es ella. Que dejes de buscar. Vendrá con otra cara, pero el mismo nombre. Reemplazando a la verdadera actriz que conocías sin darte ninguna explicación. Pero tú, que la has conocido, ya no caes. La has abrazado y sabes a qué huele, cómo habla, cuál es el sonido de su voz y el tacto de su piel.
Por eso esta vez, cuando irrumpa en tu vida y veas que es tan solo un doble mal caracterizado, sabrás que es mentira. Que esta vez ya no te la cuelan.
Por mucho que dé la cara, no da la talla. El papel le queda grande. Que vaya otra a verla en los peores cines.