«Darling, can’t you see

I’m a broken man

With addictive tendencies

And I think I love you…».

– Matt Maeson

Eres

un jodido veneno.

 

Como el olor

que emana de la pastelería

cuando regreso de correr.

 

Esa última copa

que separa la sobriedad

de la borrachera.

 

La distancia entre

el orgasmo

y el arrepentimiento.

 

El azúcar

en las comisuras.

 

Los traguitos de Jäger

como sucedáneo

de beber de tu mirada

a sorbitos.

 

Un mal hábito

imposible de romper.

 

Un propósito de año nuevo

predestinado al fracaso.

 

La culpa

de quien despierta de nuevo

en unas sábanas

a las que juró no regresar.

 

La calada ansiosa

de quien lleva mucho tiempo

intentando dejar de fumar.

 

Sé que eres una tentación

en la que no quiero caer

y, sin embargo,

caigo de lleno.

 

Sé que no estoy preparada

para esta puñetera droga,

que tu roce es

demasiado arriesgado

para una chica

con tendencias adictivas.

 

Sé que besarte

perjudica gravemente

mi salud emocional.

 

Sé que no debería

caer en ti,

pero vuelvo a hacerlo

una

y otra

y otra vez.

 

Tu boca es un precipicio

al que no puedo dejar

de saltar.

 

La única manera de librarme

de la tentación de tu cuerpo

es arrojarme a él.

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