Kintsugi

«Kintsugi o Kintsukuroi es una técnica de origen japonés para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino».

«La herida es el lugar por donde entra la luz». – Rumi


Todos estamos rotos. Todos nos hemos caído alguna vez y hemos visto cómo nuestras piezas se desparramaban con estrépito por el suelo. Puede que la caída se produjese desde un lugar muy alto o desde apenas un metro. El caso es que, tras la caída, el rompimiento es inevitable.

Avanzo por la calle y todo lo que encuentro es un ejército de corazones rotos que patrullan la ciudad. Puedo verlo. Lo veo en los ojos brillosos de nostalgia de la señora que mira al vacío desde un banco del parque, preguntándose desde hace cuánto se sienta cada día a contemplar sola la vida. Lo veo en esa adolescente que cierra los ojos y se pierde en la música para no escuchar el ruido de sus propios pensamientos. En ese hombre que observa a través del cristal del tranvía, con el nudo de la corbata bien anudadito, pero incapaz de deshacer el de su garganta. En las ojeras de los hijos que han pasado ya demasiadas noches en el hospital, aferrándose a la esperanza. En esa chica frente al mar que mira al infinito ansiando que llegue el día en el que las olas se rompan más veces que ella. En las lágrimas de dos enamorados que se abrazan, quizá por última vez, en la estación. Lo veo cada día y, de tanto ver corazones descosidos, el lado izquierdo de mi pecho también se rasga un poco. Lo veo demasiado y, roto a roto, yo también me rompo por empatía.

Duele; claro que duele ser consciente de la fractura de la vida. Saber que no existe ni una sola piel sin sus cicatrices, ni una sola sonrisa que no lleve implícito un poco de dolor, ni un solo «estoy bien» tras el cual no se haya ocultado algún día la pena, ni una sola mirada amable que no haya derramado en algún momento lágrimas negras.

Sin embargo, el instante en el que aceptamos que estamos rotos es el mismo en el que podemos comenzar a construir algo nuevo desde la fisura.

Nos rompemos porque vivimos: un alma sin cicatrices es un alma que no ha vivido en absoluto. No se trata de no tener cicatrices, sino de aceptarlas como una parte de nosotros que habla de todo lo que nunca decimos, que cuenta historias llenas de belleza.

Así que ven, déjame ver cómo entra la luz a través de cada una de tus grietas. Déjame mirar todo el fuego que irradian tus ojos faro, por muchas decepciones que hayan visto pasar. Déjame acariciar tus heridas hasta que olvides cuánto te han dolido.

Venga, dejémonos de dramas. Hagámonos reír. Vamos a recoger del suelo todos nuestros pedacitos y a unirlos con polvo de oro hasta crear la pieza de cerámica más bella que jamás haya existido.

 


Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

2 comentarios sobre “Kintsugi

  1. Interesante técnica (kintsugi) en la cual empleas tu tiempo, parte de tu vida, en reparar, en volver a dar vida a algo roto, a algo que las prisas y la rentabilidad a la que nos aboca el sistema, lo condenaría a la basura…y en ese recomponer, volver a crear algo único y todavía mas bello que el original…Saludos

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  2. Exactamente, lo mejor de este proceso de reparación de las fracturas es que, al final, se crea algo mucho más bello que al principio. Me parece preciosa esa aceptación de las grietas, tanto físicas como emocionales. Muchas gracias por tu comentario, me ha gustado mucho y me ha hecho reflexionar.

    Un abrazo grande y feliz martes 🖤🤗

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