Sin palabras ni aliento

 

La gente encuentra sexy

muchas cosas:

el pelo rubio,

los abdominales bien marcados,

los labios carnosos,

las sonrisas de revista,

los cuerpos esculpidos en el gimnasio,

los ojos claros,

la piel tersa y sin arrugas,

la ropa cara,

el olor a perfume

impregnado en la nuca,

la ropa interior de encaje,

las personas poderosas.

 

¿Sabes lo que

es sensual para mí?

 

El intelecto.

 

Me da igual si tu cabello

es rubio, moreno,

castaño, pelirrojo

o si empieza a pintarse

con tus primeras canas,

a mí lo que me seduce

es cuando te miro

y te pillo en actitud de pensador de Rodin,

y luego te llevas desesperado

las manos a la cabeza

como persiguiendo una idea

que huye de ti

y vuelves a mí con una sonrisa,

con el pelo agitado tras la persecución.

 

Me gustas así,

sonriente y con el pelo enmarañado,

con el pelo revuelto y barba de tres días,

pero tu entusiasmo de punta en blanco.

 

Me gusta cuando te olvidas

de tu área abdominal

y descubro fascinada que,

al acceder a tu área mental,

no veo fin a tantos kilómetros cuadrados:

eres más de 50 hectáreas de pensamiento

y yo me siento una niña corriendo por ellos,

intentando seguir el ritmo de esta conversación

y de las gacelas que me galopan

en el estómago

y también un poco más al sur.

 

Lo que me cautiva de tus labios

no es su carnosidad,

sino la manera en la que tu boca

ha vuelto a despertar mi hambre,

el modo en el que desearía

comerme la vida a mordiscos

tras cualquiera de tus besos.

 

Lo que me pone de tu sonrisa

no son tus dientes Profident,

sino cómo tu humor inteligente

se clava en mí y deja marca,

cómo suena tu risa

al golpear contra mis miedos

y las ganas de vivir

que se te salen por las comisuras.

 

Me interesan más las horas de sueño

que has perdido enfrascado en un libro

que las que has sudado en el gimnasio,

no me importa el color de tu mirada,

sino como te brilla

cuando hablas con pasión.

 

Yo no quiero que tengas

una piel lisa y tersa,

quiero quedarme embobada

mirando las arruguitas que se te forman

en el rabillo de los ojos

cuando rompes a reír.

 

No me hables de tu ropa cara

o de la marca de tu perfume,

tan solo cállate

y vuélveme a mirar así.

 

No lo entiendes:

lo que me pone de tu ropa

es arrancártela,

lo que me excita

es el olor de tu piel,

no tu perfume.

 

No hay nada más atractivo

que la inteligencia.

 

Tener una conversación

larga y apasionante

para luego seguir el diálogo

sobre el colchón,

en braille

y sobre la piel.

 

 

Y quedarnos,

al mismo tiempo,

sin palabras

y sin aliento.

 


Julia Viciana

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Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

2 comentarios sobre “Sin palabras ni aliento

  1. Maravilloso Julia. Yo también tengo algunos audio poemas publicados en mi canal de Ivoox, era lo primero que hacía, pero dejé de hacerlo cuando comencé con el podcast. Me ha gustado leerte y escucharte, totalmente fascinado con tus publicaciones.

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