Tal vez esto no suene demasiado poético,
pero conocerte fue como adentrarme
en el adictivo universo de Netflix.
Me acerqué a ti movida por algo
a lo que no sabía ponerle nombre,
empujada por la fuerza de pasarlo bien
y en seguida supe que contigo
no me faltaría entretenimiento.
No estabas en la lista de los más populares,
ni en la de los ojos más vistos de la sala,
pero clavar mi pupila en tu pupila oscura
me descubrió un mundo fascinante
cuando empezó el diálogo tras las pestañas.
El arte del contacto visual
o cómo bailar sin moverse,
cómo besar
con la mirada.
Caí, no pude evitarlo.
Y es que fue precisamente eso,
esa sensación atípica
de estar descubriendo algo nuevo,
lo que me sedujo.
Puede que jamás hubieras estado
entre los más destacados,
populares o vistos,
no estabas en tendencias.
No,
tú eras una película independiente,
una de esas mágicas historias
que apenas unos pocos conocen
porque no están en Netflix
y tampoco en todos los cines.
No tuve ninguna duda de que
convertirme en protagonista
de tu historia
me dejaría buen sabor de boca.
Estaba aturdida
porque por primera vez
no sabía de qué iba alguien,
no tenías intenciones de mostrarme
ningún tráiler prometedor.
No supe si serías en mi vida
una larga serie
o tan solo un corto,
pero tuve la certeza
de que el viaje merecería
la pena.
No supe si clasificarte
en las pelis de suspense,
en las románticas,
en las de acción,
en las de comedia
o en los documentales.
Luego descubrí con gran deleite
que eras una mezcla
de géneros:
un día me ametrallabas con besos
a quemarropa,
sin piedad,
como una enloquecida Tokio
en La Casa de Papel.
Había otros en los que
todo me parecía tan irreal
que me creía inmersa en la ficción
de un capítulo de Black Mirror.
Pasaron meses maravillosos
golpeando con directos de derecha
a la pena en la boca del estómago,
partiéndole la cara al miedo
como en Million Dollar Baby.
Nos reíamos con el humor
de Omar Sy en Intouchables,
follábamos con la pasión
del rencuentro
de Allie y Noa,
a veces rozábamos la locura
de Tiffany y Pat
en El lado bueno de las cosas.
Y míranos ahora:
Netflix nos pregunta
si seguimos ahí
mientras la habitación arde
y, tres años después,
vuelvo a mirarte a los ojos
como aquella noche
y no puedo evitar clicar
en «Siguiente episodio».
Julia Viciana
Me encantó, Julia, tanto la historia como la forma en que la cuentas.
Muy bueno!!!! 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Fuerte abrazo.
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¡Muchísimas gracias! Es todo un placer que te guste, de verdad. Te agradezco que me leas con tanto cariño y que me dejes este comentario. Un abrazo grande 🤗🖤
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buenisimo,y muy actual,
me identificas
felicidades
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¡Muchísimas gracias! ❤❤ Un abrazo fuerte 🤗
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