Cuando todo esto acabe
voy a abrazar a quienes quiero
como si sus brazos fuesen oxígeno
y yo no pudiese respirar,
como si temiese
que su sangre tornase en helio
y fuesen a salir volando.
Voy a besar como
si me fuera la vida en ello,
como si no hacerlo
me llevase a la muerte,
voy a abrochar mi boca
a tus comisuras
hasta que ardan los labios
y seamos dos fuegos
que no quieren apagarse.
Voy a bañarme en el mar,
ese «refugio salado
de los solitarios».
Voy a escuchar el sonido de las olas
como si descubriese esa melodía
por primera vez,
como si toda la vida
hubiese estado sorda
y ese fuera el primer rumor
que escucho.
Cuando todo acabe,
correré hasta que mis piernas
me pidan tregua.
Iré al monte con mis perras
y me quedaré un buen rato
devolviéndole la vida a mis pulmones,
inspirando el olor a tierra mojada.
Y, cuando escarbe bajo mi piel,
ya no hallaré recuerdos
atravesados en el pulmón,
ni monstruos escondidos
en cada recoveco de los
metros y metros
de mi intestino delgado,
ni un miedo atado
a mis nudos de garganta,
ni un pasado que ha dejado cicatriz
en la orilla izquierda del pecho.
Todo se habrá ido.
Pondré a mi miedo,
a mi orgullo,
a mis dudas,
a mis fantasmas
y a mis inseguridades
en cuarentena.
Declararé a mi dolor
el estado de alarma
para asegurar el restablecimiento
de la normalidad
de mi alegría.
Cuando todo esto acabe,
disfrutaré del aire:
de la suave brisa del mar,
de la ventolera de El Médano,
de los alisios
que me refrescan la vida.
Iré a pasear calmadamente
por las calles de mi ciudad,
como si aún no existieran
los relojes
ni el tiempo.
Volveré a la ilusión
de pensar en viajes
y planes
con los amigos,
de esos que al final
nunca hacemos.
Me tumbaré sobre la arena
a tomar el sol
como si acabara de aterrizar
en esta isla
tras diez años de vida
en Siberia.
Iré a desayunar
con mis amigas
y pasaremos de nuevo
mañanas de barraquitos
y cotilleos.
Cuando todo esto termine
y el confinamiento
llegue a su fin,
valoraré más
o tal vez mejor
lo que tengo.
Entenderé que la libertad
es nuestro derecho más preciado
y jamás podemos darla por hecho.
Eso de «no sabes lo que tienes
hasta que lo pierdes»
se ha convertido en
«no sabes lo que tienes
hasta que imponen una
cuarentena nacional».
Y lo cierto es que,
cuando todo acabe,
no estaría mal iniciar
otra cuarentena contigo
para que nuestras pieles
se digan en braille
lo mucho que se han
echado
de menos.
Julia Viciana
Tus deseos son también los míos…Gracias por poner las palabras!
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¡Muchas gracias a ti por leerme con cariño y dejarme unas palabras tan bonitas! Estoy segura de que tus deseos se cumplirán… Esto no durará para siempre, así que mucho ánimo y un abrazo grande ♥ ♥
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La cuarentena obligada, nos ha hecho valorar la hermosa cotidianidad que vivíamos.
Gracias.
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Gracias a ti por el comentario, Diana. Y ánimo con la cuarentena. Un abrazo fuerte ♥♥
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Inspirador y sublime \;\0
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¡Muchas gracias, Jose! ❤
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