Aeropuertos

 

Traté de facturar mi pasado,

cansada ya de arrastrarlo allá a donde iba

y me dijeron en el mostrador

que mi maleta del ayer pesaba demasiado,

que debía pagar un sobrecargo.

 

Pagué los cargos de los recuerdos,

solté el peso de tantos años

y me retiré aliviada,

liviana,

llevando solo el presente

como equipaje de mano.

 

Entonces llegué al control de seguridad

y me preguntaron si llevaba líquidos encima.

 

Yo lo negué,

pero al pasar por la barrera

las alarmas se dispararon,

detectando los lagos de agua salada

que me crecían por dentro,

uno en cada pulmón,

fruto de tantos años tragando lágrimas

y evitando el llanto.

 

Con la promesa de que los vaciaría,

me dejaron seguir mi camino

hasta la puerta de embarque.

 

Pero, cuando llegó el momento

de mostrar mi identificación,

no reconocí en mi DNI

a la chica remota

que me miraba desde la foto

con ojos decididos y risueños.

 

Pensé que no me dejarían

subir al avión,

que me denunciarían

por suplantación de identidad.

 

Sin embargo,

me dejaron continuar

y, cuando miré desde la ventanilla

el cielo rosado y algodonado,

me invadió una sensación

de libertad y vértigo.

 

Por fin viajaba sin tanto peso,

el cielo era una página en blanco

en mi vida

y me esperaba un país sin daño,

una ciudad sin pasado,

un futuro prometedor

en el que mi única carta de presentación

sería quién soy

porque nadie podría juzgarme

por lo que ya fui.

 

Disfrutando de la altura

y de la velocidad

con la que cambiaba de coordenadas,

me supe nueva y valiente,

libre y esperanzada,

ligera como el ave que emigra

con el solo peso de sus plumas.

 

Cuando el avión aterrizó

yo ya estaba dispuesta

a comerme la vida a mordiscos,

pero fue la vida la que me mordió

cuando al buscar la salida del aeropuerto

descubrí mi maleta esperándome

en la cinta.

 

Entonces, descubrí

que el pasado es como esa maleta pesada

que facturamos en el aeropuerto:

puede que por momentos la olvidemos

y dejemos de arrastrarla incansablemente,

pero al final,

por muchos países que pisemos,

por más lejos que huyamos del ayer,

ese peso siempre nos acompañará

a nuestro destino.

 

Así que,

ya que todos

debemos cargar con esa maleta,

lo suyo sería soltar lastre,

volverse minimalista emocional

y quedarse solamente con el ayer

que nos haga falta

para viajar hoy,

¿no?

 


Julia Viciana

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Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

5 comentarios sobre “Aeropuertos

  1. Preciosa reflexión. Es muy necesario vaciar de vez en cuando la maleta o la mochila, no solo por los recuerdos que nos pesan en exceso, sino también para hacer sitio a esas vivencias que pronto se acomodaran en nuestra maleta vital. Un abrazo.

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