¡Buenas, hermosuras! ♥️ Hoy me apetecía compartir con ustedes un poema que escribí hace bastante tiempo. No lo había publicado antes porque puede que me diese un poco de miedo abrirme tanto en canal, pero, al fin y al cabo, ¿no es de eso de lo que se trata escribir? Espero que les guste. Un abrazo y que pasen un maravilloso jueves.
Si quieres te hablo del temor,
de cómo los dos pensamos en aviones
pero ninguno se atreve
a pisar la puerta de embarque.
Si quieres,
te escribo lo que nunca hablo
y te hablo de todos los poemas
que nunca te escribí por miedo.
Si quieres seguimos así,
imaginando nuestra vida ideal
mientras dejamos escapar
la real.
Si quieres,
te digo lo que los dos ya sabemos:
que ninguno de nosotros
se atrevería a pronunciar
el «sí, quiero».
Si quieres te hablo
de cómo me crece un mapamundi
por dentro cuando te pienso.
De cómo podríamos sentirnos inmortales
en la Playa de los Muertos,
de cómo me convertiría en loba
si hay luna llena
en el Cabo de Gata.
De lo felices que seríamos
paseando por Alfama,
viviendo en lo alto de una calle empinada
con vistas al Tajo,
libros de Pessoa en la mesilla de noche
y ecos de fado.
De la saudade que nos invadiría
al caminar por el Puerto de Gaia,
de las visitas frecuentes que haríamos
a la librería Lello,
tú inmerso en la lectura de una página
y yo en la de tu mirada,
de lo deliciosos que serían los besos
con sabor a pastel de nata.
Puedo hablarte de Triana,
de la cálida luz que nos calentaría
en un atardecer desde la calle Betis,
de la mezcla perfecta de flamenco,
tu acento
y labios con sabor a rebujito.
De lo pequeños que nos sentiríamos
desde el mirador
de la basílica del Sacré-Coeur,
de cómo pasearíamos sin prisa
entre el bullicio de Montmartre,
del ático que tendríamos
al lado de la casa de Dalida.
De cuán inspirado se sentiría Dalí
si contemplase el surrealismo de tu sonrisa,
de cómo me desnudaría ante ti
como la Olympia de Manet,
pero sin quitarme la ropa.
De cómo convertiríamos la habitación
en una pista de baile,
pero no de uno delicado
como el de las bailarinas de Degas,
sino en la coreografía ardiente
de las chicas del Moulin Rouge.
Podría también contarte
los viajes que podríamos hacer
a Gambia,
Marruecos
o Bali.
Si quieres, te describo
lo hermoso que sería despertar
y ver el skyline de nuestras pieles
bañadas por la luz de un ventanal
con vistas a los roques de Benijo.
Mas si quieres,
también,
puedo negarlo todo.
Puedo negar que he imaginado
vidas paralelas
contigo
en Almería,
en Lisboa,
en Oporto,
en Sevilla,
en París,
en Gambia,
en Marruecos,
en Bali
o en Tenerife.
Puedo negar
que nos he imaginado juntos
en cada uno de los cinco continentes,
incluso en la Antártida.
Si quieres,
lo niego.
Si quieres,
puedes seguir negándolo
tú también.
Si así lo deseas,
hacemos como que lo hemos olvidado,
que nunca hablamos de vernos en Madrid
y al final pesó más el puto miedo.
Vamos a arrugar el mapa y reciclarlo,
tiremos la bola del mundo a la basura
y finjamos que se han borrado de la mente
nuestras coordenadas.
Si quieres,
lo hacemos:
usamos nuestro derecho
a guardar silencio
para que las palabras nunca dichas
no puedan ser utilizadas
en nuestra contra.
Pero me temo,
querido,
que no sirve de nada negarlo.
Me temo que ya es tarde:
los dos estamos sentados
en el banquillo de los acusados
con las manos llenas de sangre.
Si el juez dictara sentencia
en nuestro caso,
el veredicto sería muy claro:
culpables.

Julia Viciana