Siente el sabor del verano

 

Acostarnos de madrugada

tras una de esas conversaciones

profundas y metafísicas con los amigos

en las que,

borrachos de alcohol o de felicidad,

pareciera que podríamos

arreglar el mundo.

 

Levantarnos a mediodía,

ver los rayitos de sol reflejados en tus ojos,

hacer el amor

y dormirnos de nuevo.

 

Descubrir nuevos puntos cardinales,

explorar recovecos de piel inhabitados,

playas perdidas,

sentimientos encontrados

que solo aparecen en verano.

 

Bañarnos desnudos en el mar.

 

Caminar hasta lo más alto de la montaña

y bucear hasta lo más profundo del océano.

 

Ver cómo mi piel se torna más morena,

mi cabello más rubio

y mis penas menos pesadas.

 

Besarte con sabor a salitre.

 

Ver todas esas películas y series

que teníamos pendientes

y sumergirnos en otros libros

que no sean los de la universidad.

 

Leer con el mar de banda sonora,

reír a mandíbula batiente,

tomar cerveza en las terrazas,

enseñarles la isla a mis amigos.

 

Que la decisión más importante

que tengamos que tomar

sea el sabor del helado.

 

Tirarnos al mar desde lo alto,

bailar con la música a todo volumen,

entrar en coma etílico de alegría

de tanto beber de tu risa

sin moderación.

 

Chamuscarnos los pies en la arena,

quemarnos las dudas junto a la hoguera,

ver atardeceres

junto a las personas que queremos.

 

Visitar a esos amigos

que no vemos cuando lo urgente

pesa más que lo importante.

 

Que nos multen por exceso de felicidad

y, en lugar de parar,

apretemos más al fondo el acelerador.

 

Escuchar flamenquito

mientras el sol bosteza

y la luna entra triunfal

caminando por una alfombra negra

de constelaciones.

 

Contarte historias,

cuentos,

secretos,

lunares.

 

Dejarnos las siete vidas

en cualquier garito de por aquí

y renacer al amanecer.

 

Abrochar tu boca a mis labios

y sentir en los tuyos

un regusto a ron

y rebeldía.

 

Viajes en coche con los de siempre.

 

Desgastar rueda

y suela.

 

Caricias sobre la piel cálida.

 

Duchas que se llenan de arena negra.

 

Cabezas repletas de sal y de sueños.

 

Mariposas en el estómago

y gaviotas en el cielo.

 

Agua salada

y sensaciones dulces.

 

Abrazos mojados.

 

Reencuentros.

 

Besos en la terminal del aeropuerto.

 

Amores de verano

que no mueren cuando llega septiembre.

 

Música.

 

Jarana.

 

Cantos desafinados a pleno pulmón

en el coche.

 

Duchas compartidas.

 

A todo eso sabe mi verano,

Coca Cola.

(246)
Mi novio, mi amigo marroquí y yo atardeciendo en la playa más hermosa de Tenerife. ♥

Julia Viciana

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Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

2 comentarios sobre “Siente el sabor del verano

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