Foto de la entrada: Lauren Nicole Photography

«Lujo es todo aquello que damos por sentado, todo aquello que no valoramos cuando lo tenemos y que solo echamos de menos cuando ya no está.» 

 – Risto Mejide

Una de las cosas que más me gusta de ti es lo simple que eres. Y cuando digo simple, no quiero que lo entiendas como esos tíos de mentalidad plana que cultivan mucho su cuerpo, pero que van por la vida con la mente en barbecho. Sí, esos que no son capaces de tener una conversación interesante porque la sangre que debería estar llegándoles al cerebro se les ha acumulado entre las piernas. Los que antes de empezar cualquier diálogo con una mujer piensan si hay posibilidades de acabar la noche en su cama.

No, yo me refiero a una simpleza mucho más hermosa. Eres simple y eso me vuelve loca, porque contigo siento que soy rica y eso va mucho más allá del dinero. Cuando no tenemos nada, nos lo damos todo. Eso es el lujo.

El lujo para ti es vivir en Francia estudiando lo que te hace feliz. Ser independiente, poder estar donde quieras cuando quieras sin que nadie decida por ti los pasos que das. Eres el único caminante de tu camino, pero has decidido estirar tu brazo hasta el mío y darme la mano para caminarlo juntos. Sabes que podrías caminar sin mí y yo sé que podría hacerlo sin ti, pero las vistas son mucho más bonitas si miramos el paisaje juntos. Elegir a la persona con la que podrías hacer veinte Caminos de Santiago sin cansarte y ser conscientes de que solos no sería igual, eso también es el lujo.

A lo largo de esta pequeña vida de más de un año que hemos compartido, he contemplado el mundo desde esas pestañas tan bonitas que tienes y creo que podría explicar lo que es el lujo para ti.

El lujo para ti es esa semana que nos vemos después de dos meses alejados.

Compartir besos, pizza y resaca después de uno de esos largos sábados en los que la luna se cansa de seguirnos el ritmo y vemos amanecer desde el río.

Despertarnos tarde un domingo de lluvia, hacer el amor, cocinar juntos mientras bailamos y volver a quedarnos dormidos.

Discutir para ver qué película ponemos y que nunca nos pongamos de acuerdo. Y que, después de media hora, nos cansemos de buscar y abortemos el plan.

Llenar de fuego y risas los doce metros cuadrados de tu habitación y que nos sobre espacio para ser felices.

El lujo, para ti, es tener cuatro pares de zapatos, poca ropa y ninguna marca que te esclavice, pero saber que no te faltará alimento ni techo y eso ya es mucho más de lo que algunas personas tienen.

Es viajar lejos de Grenoble cuando la ciudad te asfixia, aunque sea a un lago que está a una hora de distancia.

Escaparnos a lo más alto de la montaña, cerrar los ojos e impregnar nuestros pulmones de aire frío y puro. Que a veces para estar vivos no basta con respirar, hay que llenar los pulmones de vida, son necesarios esos momentos que nos dejan sin aliento.

Ir a esquiar y que me retes a tirarnos de las pistas rojas. Y que yo, que pierdo toda la cordura cuando me arrastras a tu mundo y me quitas el miedo, me deje liar. Tirarme por pendientes casi verticales mientras en mi mente te odio y te quiero al mismo tiempo mientras tú me miras desde abajo riéndote, hasta que logro llegar hasta ti con el corazón a mil y sin ningún hueso roto. ¿Acaso existe algo más lujoso que eso?

El lujo, para ti, es eso: estar vivo. Que no es lo mismo que existir.

Saber que, cuando la gente dice que eres feliz por encima de tus posibilidades, es porque no tienen ni puta idea. No saben que, dentro de esa cabecita tuya tan preciosa, las posibilidades son tan infinitas como esos sueños que te crecen cada día bajo la piel.

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Miss Poessía