DRAPETOMANIA (n.) an overwhelming urge to run away
Necesitaba huir,
ir en busca de aire fresco en otras coordenadas
porque un recuerdo me atravesaba el pulmón
y me estaba costando demasiado respirar.
Necesitaba convencerme a mí misma
de que las penas que llenaban
mi equipaje de mano en el despegue
se habrían desvanecido al aterrizar
y podría comenzar a viajar por la vida con lo puesto.
Fue tan absurdo como pensar
que el hecho de cambiar de aires,
para que otros vientos sacudiesen las ramas de mi eterno otoño,
podría permitirme también
arrancar mis raíces de cuajo.
Pero tenía un buen motivo para irme
y pensé que pesaba mucho más
que las mil razones que tenía
para quedarme.
Por eso me fui.
Porque me miraba al espejo
y sentía que ahora los fantasmas
también los llevaba por fuera,
que mis ojos rebosaban siempre sal
y tenía la boca reseca
de tantas palabras que nunca dije.
Porque de verdad creía
que si mi alma habitaba unas calles
sin pasado, donde salir a correr
sin encontrar retales de dolor al doblar cada esquina,
sería capaz de sentirme en casa.
Así fue como convertí mi vida
en una huida desbocada de mi propia historia personal,
olvidando aquellas palabras de Séneca:
«cambiar de alma, no de clima».
Mi alma seguía estando igual de rota
y ninguna ciudad curaría la herida
porque el daño ya estaba hecho.
Mi error fue confiar
en que la distancia podría deshacerlo.
Cuando lo entendí,
me senté frente a mí misma,
le hablé a mi pasado mirándolo a los ojos,
acaricié las alas rotas de mi alma
y me hice cargo de mi herida.
Poco a poco cambié la dirección de la huida
y en vez de dejarme la vida dejándome atrás
comencé a correr hacia mí misma
en un viaje hacia el centro de mi mierda.
El paisaje no era agradable,
pero pude encontrar belleza en el dolor
y, por fin, perdonarme.
Ahora sí que estaba preparada
para viajar a cualquier lugar.
Miss Poessía