Vuelvo a verte y tengo la impresión de que hablo con un fantasma, de que ha nacido tanta oscuridad bajo tu piel que tú también te has convertido en una sombra. Lo intento, pero no soy capaz de hallar la luz que antes me calentaba cuando me invitabas al verano de tu risa.
Vuelvo a verte y me encuentro con un doble de ti mismo al que el papel le queda demasiado grande, abrazo a un plagio de tus antiguas versiones y descubro una etiqueta de «made in China» al rascarte la espalda.
Trato de encenderte, de pedirte que te sientes en el asiento del copiloto y te unas a mi viaje hacia la felicidad, pero no hay señales de circulación en tu cabeza porque llevas muchos años con la vida en punto muerto intentando convencerte de que avanzas. Has dejado tus ilusiones tiradas en la cuneta y ya no hay motivos que te muevan a poner la quinta y volar a toda velocidad hacia tus anhelos.
Se me llenan los ojos de sal y la memoria de dolor al comprobar que tus sueños han entrado en parada cardiorrespiratoria. Intento con todas mis fuerzas reanimarlos, hacerte un masaje cardíaco, pero tu corazón me susurra que ya no encuentra motivos para palpitar porque la rutina lo ha matado. Me esfuerzo en insuflar aire a tus resignados pulmones que se han cansado de que nunca cambies de aire, pero es inútil: llevas tanto tiempo encerrado entre las paredes sin ventanas de tus miedos que te has quedado sin oxígeno. Así que espiro, soplo y soplo hasta quedarme sin aire para dártelo a ti, pero ni siquiera de esa manera logro evitar que te vayas apagando.

Busco desesperadamente en tus ojos una señal, pero los incendios que ardían en tu mirada han quedado reducidos a ceniza y solo veo brasas. No eres sino un par de ojos afónicos que observan la vida como quien ya se ha cansado y no tiene nada más que decir.
Busco en tu voz el rastro de la música que antes animaba a todos los que te escuchábamos, pero el cuchillo afilado de la costumbre ha cortado tus cuerdas vocales y tan solo se escucha un eco metálico que habla muy bajito.
Busco risa en tu sonrisa y lo único que consiguen atrapar mis ojos es un puñado de apatía, mis tímpanos se rompen en un grito de auxilio cuando me dices sonriente que estás contento, que ya llevas muchos años trabajando en esa empresa.
Busco en tu boca los sabores que prometiste probar, rastros de besos apasionados en la terminal o sonrisas involuntarias al recordar momentos hermosos que has vivido, pero tus comisuras me explican que hace mucho tiempo que no besas unos labios que te vuelvan loco, que no sean una excusa contra la soledad.
Busco y busco, pero no encuentro nada que me recuerde a esa persona que un día fuiste. No quiero mirarte y no reconocerte: duele, escuece. Por eso hago todo lo posible para recuperar el recuerdo de aquella persona a la que una vez amé: te sacudo, te beso, te abrazo, te empujo, te recuerdo los proyectos que tenías y las pasiones que te llenaban el pecho de fuego y los ojos de brillo, te suplico que no te resignes a vivir esa vida fácil que tanto criticabas. Pero no merece la pena, no das señales de vida. No reaccionas. No lates. No vibras de pasión ni te estremeces de sueños. No tienes aspiraciones.
¿Dónde estás? ¿Ha dónde has emigrado? ¿Dónde se han marchado tus ambiciones, todos esos viajes que querías hacer y esos planes que me contaste? ¿En qué esquina del mundo has escondido tu pasión? ¿En qué capítulo pusiste punto y final a ese sueño? ¿Por qué carajo has arrancado una página que tanto te gustaba escribir y le has puesto puntos suspensivos a la tristeza? ¿Por qué no luchas por conseguir ese trabajo que tanto ansiabas en lugar de resignarte a trabajar en los sueños de otra persona hasta el último de tus días?
Pego la oreja a tu pecho y escucho: nada, has entrado en parada cardíaca. Te agarro de las muñecas y no noto ningún pulso, te miro a los ojos y comprendo que llevas años en coma. Me dejo la vida intentando resucitar la tuya, pero finalmente desisto: nadie puede salvarte de ti mismo.
Lo siento, de verdad que lo he intentado. Mas no puedo aferrarme a la vida de alguien que la ha soltado hace tiempo ni abrirle los ojos a quien no quiere ver.
Cómo arde mirarte y no saber quién eres…
Qué irónico: yo, que antes te llamaba «mi vida», me he dado cuenta al encontrarte de nuevo de que tú ya estás muerto.
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons
Siempre digo que el lugar donde nace la Magia es en la mente, es allí donde nacen los sueños… Pero tambien regresan para morir… En la mente creamos heroes… Pero tambien «idolos rotos»…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Exactamente, Julio, veo que has captado a la perfección lo que quería transmitir con mis palabras. Me alegra muchísimo leer comentarios así, muchas gracias por reflexionar sobre el mensaje del post y por dejarme tu opinión. Te deseo un maravilloso día.
¡Un abrazo! ♥ 🌷
Me gustaLe gusta a 1 persona