«Nómada: Que está en constante viaje o desplazamiento.»

 

Sé una nómada.

Convierte tu vida en un viaje constante.

Déjalo todo a tu espalda y cuelga una mochila en ella como única compañera de viaje.

Sube a un avión y deja atrás todos tus miedos, sobrevuélalos, ponte en riesgo.

Mira desde la ventanilla tus raíces y date cuenta de que no has sido diseñada para que tus pies estén siempre sembrados en los mismos suelos.

Aterriza en otras coordenadas y absorbe todo lo que puedas de las personas que encuentres al poner tus pies en el aeropuerto.

Sorprende a tu paladar con sabores que jamás había conocido, nutre tu mente con conversaciones que dejan desordenada cada habitación de tu alma, mírate a ti misma a través del otro y descubre que hay versiones que solo los demás pueden arrojarte de golpe y de frente a la cara hasta que las aceptes como tuyas.

Conócete.

Ve más al sur que tu sur y pierde el norte con gente apasionadamente loca, encuentra en cada esquina del planeta a esos seres amarillos sobre los que escribe Albert Espinosa.

Pasa tiempo contigo misma y aprende a quererte, a amar a esa persona que eres cuando el resto del mundo no está mirando.

Echa de menos a los tuyos y date cuenta de todo lo que te espera al regresar, de lo hermoso de ese abrazo de vuelta en la terminal, de ver tu hogar haciéndose cada vez más grande desde la ventanilla y empapar tus sentidos del olor a sal y aire puro de ese paraíso que te ha visto crecer.

Muéstrate despojada de maquillajes y sin fronteras ante los demás, desnúdate en otro idioma y disfruta de esa conexión que se produce al poner tu pupila en la pupila del otro, ese idioma tan profundo que no necesita palabras y va más allá de cualquier lenguaje.

Aprende a valorar lo que siempre ha estado ahí cuando ya no está, sé consciente de cuántos lujos has tenido sin haberte jamás planteado lo afortunada que eras de tenerlos, descubre lo poco que se necesita en esta vida para ser feliz. Las mejores cosas de la vida nunca son cosas.

Ve a lugares que estén desgarrados por la mordida de este mundo tan injusto, esos sitios que cada día tienen que sobrevivir a las balas del abuso que dispara sin piedad contra los más inocentes y les roba la infancia a niños que no tienen la culpa de nada. Ve, a pesar de que creas que no podrás cambiar nada, porque un pequeño gesto puede producir un efecto mariposa y, desde que cambies la vida de una sola persona a mejor, el viaje ya habrá tenido sentido. Ve, aunque regreses con la mirada desbordante de sal y un agujero de angustia y rabia en el corazón. Ve, porque tal vez necesitas hacerlo.

Puede ser que tu interior se llene de sufrimiento cuando veas a niños con la mirada llena de dolor que no han conocido jamás otra realidad que la guerra, con un puñado de miedo entre las manos y unos ojos que suplican compasión sin encontrarla por ninguna parte. Puede que te quedes sin lágrimas al ver las suyas, o que dejes de encontrarle sentido a este jodido mundo enfermo. Que no te quepa en la cabeza cómo es posible que un niño aprenda a coger antes un arma que un juguete. Pero vete, por favor. Vete a algún lugar a ayudar y a conocer en primera persona esa realidad. Para ser protagonista en vez de una mera espectadora que no participa en la historia, que piensa desde su soberbia que los demás son actores secundarios. Date cuenta de la hipocresía que contamina el globo, de que los mismos hechos que son considerados masacre o emergencia en Europa dejan de tener importancia si se producen más al sur.

Sal de tu burbuja de estabilidad y comprende que el mundo está acribillado por el daño y nadie se preocupa en curarlo porque ese dolor no afecta a su propia piel. Conoce la guerra de Siria, los cadáveres causados por el dominio de los recursos naturales en el Congo, los niños muertos y desnutridos por la guerra en Yemen, la dictadura de Venezuela, los refugiados que ponen su vida en riesgo y acaban sin encontrar refugio, las niñas forzadas a casarse en India cuando deberían estar jugando en el colegio, los cuerpos que se hunden en el Mediterráneo sin llegar nunca a puerto.

Sé partícipe de todas esas realidades que nunca aparecen en los periódicos, dale voz a esa gente que tantas veces ha sido silenciada.

Viaja a lugares que no sabes cómo pronunciar, deja libertad a tus pasos en calles llenas de encanto y piérdete solo para descubrir, en mitad de ese camino y sin saber cómo regresar, que te sientes más en casa que nunca.

Date cuenta de que el hogar es en realidad ese abrazo de una persona que logra entenderte como ni tú misma lo haces, así que tendrás tantos hogares como lugares en los que te sientas en casa.

Viaja, vive, disfruta, ríe hasta que te duelan las mejillas.

Besa lentamente, salta desde lugares altos y llega hasta los fondos más bajos para volver a coger impulso, desoriéntate y vuelve a encontrar el sentido a cada cosa que haces.

Valora el dinero que tienes por lo lejos que puede llevarte, deja kilómetros detrás y ponte nuevos horizontes. Porque, como dijo Galeano: «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».

Así que camina, porque la vida es cien veces breve y siempre habrá caminos que recorrer, calles que nuestros ojos nunca podrán ver porque nos habremos quedado sin tiempo.

Camina, viaja, vive, aprende. Convierte tu vida en un viaje constante.

Sé una nómada.

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Miss Poessía

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