Yo sé, amor,

que a veces te asalta la duda

y las entrañas se te llenan de miedo.

 

Que el alma te dice «ya no puedo»

y la voz de la seguridad

que te habla desde dentro se vuelve,

de repente, tartamuda.

 

Sé que en ocasiones

te preguntas por qué tú y no otro,

por qué te he escogido a ti

para formar un nosotros.

 

Que la inseguridad

va desgastando tu alegría

y comienzas a pensar

que este vuelo tan alto que tenemos

solo puede acabar en caída.

 

Que odias tanto como yo la distancia

y te quema no encontrarme al abrir los ojos,

que parece que de ese hermoso verano

que vivimos tan solo quedan despojos.

 

Que temes que me canse de luchar

contra tanto frío

y que los kilómetros que nos separan

acaben transformando nuestras ganas

en un puñado de hastío.

 

Me consta que vives sumido en el temor,

porque ya me has visto teñida de dolor

en mis momentos más oscuros,

cuando otra relación a distancia

hizo que me cansara de luchar

en nombre del amor.

 

Conozco tus cicatrices más profundas

y esos dolores pasados que tiran

de ti intentando que te hundas,

sé de los fondos que has tocado

y de cómo le has hecho

un corte de mangas al miedo

para que se fuera a otro lado.

 

Y a veces percibo en tu mirada

un rastro de incertidumbre,

en tus palabras un poso de recelo

y en todo lo que no dices

una voz que grita «tengo miedo».

 

 

Pero yo estoy aquí para decirte,

vida,

que no temas.

 

Esas dudas que te asaltan

y esos miedos que te matan desde dentro

no tienen ningún sentido,

nosotros jamás vamos a rendirnos

después de lo vivido;

nadie nos podrá quitar lo sentido.

 

Tenernos lejos a veces arde demasiado,

pero estoy dispuesta a hacer lo que sea

para amanecer pronto a tu lado.

 

Por ti

he desafiado a la nostalgia

y le he puesto trampas a la distancia,

he pasado diez horas de escala

en un aeropuerto

y siete horas de carretera

para verte tres días.

 

Y debo decirte, señorito,

que de nada me arrepiento.

 

He retrasado tres veces

mi vuelo de vuelta

porque me aterraba irme

y cerrar esa puerta,

he vivido tres meses contigo

sin poner, en mi alma,

cien veces las alertas.

 

Y sé que cualquier esfuerzo

que hagamos merecerá la pena,

que, aunque los mares

intenten ahogarnos,

nosotros ya somos expertos

en peleas contra viento y marea.

 

La pregunta no es por qué tú,

sino por qué jodido motivo

me equivoqué tantas veces

perdiendo el tiempo con los demás.

 

Supongo que debía ser así,

que para llegar a estar hoy en tu vida

tuve que aprender de todo lo que dejé atrás.

 

Después de haberte conocido,

me he dado cuenta de cuántas veces

a lo largo de nuestra vida

redefinimos a ese amor definitivo.

 

No sé si eres el amor de mi vida,

pero me has enseñado que los demás no lo eran.

 

Y qué bonito es encontrar personas así,

que nos quieran.

Sin filtros, segundas intenciones

ni quimeras.

 

Así que ven,

dame la mano

y vamos pasar nuestra biografía

a limpio,

vamos a pasar página,

o a arrancarla,

o a quemar el libro

y empezar algo nuevo

desde las cenizas.

 

Lo que tú quieras.

 

 

 

Pero juntos.

 

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Miss Poessía

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