Los hombres me explican cosas es un libro escrito por Rebecca Solnit, una escritora, activista y editora estadounidense que escribe sobre distintos temas y que es, además, editora colaboradora en Harper’s Magazine. Ha trabajado en campañas de derechos humanos y con activistas contra la guerra en la era de Bush.
El libro es un conjunto de nueve ensayos que tratan diferentes temas como la desigualdad entre mujeres y hombres, la violencia de género, la cultura de la violación, el feminismo y su reescritura de la historia…
En cuanto al título, hace referencia al mansplaining, un fenómeno muy frecuente: cuando un hombre explica algo a una mujer, lo hace de manera condescendiente, porque, con independencia de cuánto sepa sobre el tema, siempre asume que sabe más que ella.
Aquí les dejo los fragmentos que más me han gustado, creo que dan pie a la reflexión y que lanzan una serie de mensajes muy potentes:
Capítulo 1. Los hombres me explican cosas
Y aun así, los hombres me explican cosas. Ningún hombre se ha disculpado nunca por explicarme erróneamente cosas que yo sabía y ellos no. Todavía no, pero según las tablas actuariales, puede que aún me queden otros cuarenta y tantos años de vida, así que podría suceder.
Capítulo 2. La guerra más larga
La violencia no tiene raza, clase, religión o nacionalidad, pero tiene género.
Hay tantos hombres que asesinan a sus parejas y exparejas que tenemos bastante más de mil asesinatos de este tipo anualmente, lo que significa que cada tres años se rebasan las estimaciones más elevadas de muerte en el 11S, sin que nadie le declare la guerra a esta forma específica de terror.
La liberación de las mujeres se ha presentado muchas veces como el intento de un movimiento de invadir o arrancar los privilegios y el poder de los hombres, como si se tratase de un deprimente juego de suma cero, en el que en cada partida solo un género puede ser libre y poderoso. Pero somos libres juntos o somos esclavos juntos.
Capítulo 3. Mundos que colisionan en una suite de lujo
El nombre de ella era África. El de él, Francia. Él la colonizó, la explotó, la silenció e incluso décadas después, cuando se suponía que todo eso había acabado, aún decidió actuar arrogantemente y solucionar aquellos asuntos que le competían a ella.
Su nombre era Asia. El de él, Europa. Su nombre era silencio, el de él era poder. Su nombre era pobreza. El nombre de él, riqueza. El nombre de ella era De Ella, pero ¿qué era suyo? El nombre de él era Suyo, y presuponía que todo era suyo, incluida ella, y él pensó que podría tomarla sin preguntar y sin consecuencias.
Strauss-Kahn creó una atmósfera incómoda y peligrosa para las mujeres, y sería diferente si trabajase, por ejemplo, en una pequeña oficina. Pero que un hombre que controla parte del destino del mundo dedique sus energías a generar miedo, miseria e injusticia alrededor de él dice que mucho del mundo en el que vivimos y de los valores de las naciones e instituciones que toleraron su comportamiento y el de otros hombres con él.
Los «derechos del hombre» fue una de las grandes frases de la Revolución francesa, pero siempre ha sido cuestionable el que dicha expresión incluyese los derechos de las mujeres.
Capítulo 6. La oscuridad de Woolf
Para mí, los motivos para la esperanza son, simplemente, que no sabemos qué pasará después, y que lo inesperado y lo inimaginable suceden habitualmente. La historia no oficial del mundo muestra que individuos dedicados y movimientos populares pueden moldear y han moldeado la historia, pese a que cómo y cuánto tiempo llevará hacerlo no se puede predecir.
La peor de las críticas es aquella que busca tener la última palabra y dejarnos al resto en silencio; la mejor es la que abre un intercambio inabarcable.
Capítulo 7. El síndrome de Casandra
Es frecuente que cuando una mujer dice algo que pone en cuestión a un hombre, especialmente si es uno poderoso o un hombre convencional (aunque si es negro no suele ser así, a no ser que acabe de ser elegido para el Tribunal Supremo por un presidente republicano); o si sus palabras cuestionan una institución, especialmente si lo que dice tiene que ver con el sexo, la reacción pondrá en duda no solo los hechos aseverados por la mujer, sino también su capacidad de hablar y su derecho a hacerlo.
Aún a día de hoy, cuando una mujer dice algo incómodo acerca del comportamiento impropio de algún hombre, habitualmente se la retrata como si estuviese loca, como si delirase, estuviese conspirando maliciosamente, fuese una mentirosa patológica, una llorona que no se da cuenta de que son solo bromas o todo esto a la vez.
Una cosa más sobre Casandra: la incredulidad con la que se acogían sus profecías fue el resultado de una maldición lanzada con Apolo cuando Casandra rechazó tener sexo con él. En todo momento, ya desde entonces, se ha mantenido la idea de que la pérdida de credibilidad está vinculada a hacer valer los derechos sobre tu propio cuerpo. Pero podemos deshacernos de la maldición que pesa sobre las Casandras que encontramos en nuestra vida cotidiana decidiendo nosotros mismos a quién debemos creer y por qué.
Capítulo 8. #YesAllWomen. Feministas que reescriben la historia
La etiqueta describe los infiernos y terrores a los que se enfrentan las mujeres y criticaba concretamente la respuesta corporativa que daban los hombres cuando las mujeres hablaban sobre su opresión: «No todos los hombres».
Es la manera en la que algunos hombres dicen «yo no soy el problema», o en la que pasan de la conversación que se esté manteniendo sobre los cadáveres y víctimas del momento, así como sobre los perpetradores de estos hechos para proteger su zona de confort de hombres espectadores. Como me dijo una mujer bastante harta de la situación: «¿Qué quieren, ¿una galleta por no golpear, violar o amenazar a las mujeres?». Las mujeres tienen miedo todo el rato de ser violadas y asesinadas, y puede que sea más importante hablar de esto que el proteger las zonas de confort de los hombres. O dicho de otra manera, en palabras de alguien que en la red se presenta como Jenny Chiu: «Seguro que #NoTodosLosHombres son misóginos y violadores. Pero ese no es el punto a tratar. Pero sí que lo es el que #TodasLasMujeres viven con miedo a los que sí lo son».
Mujeres y hombres (pero en su mayor parte mujeres) expresaron brillantemente realidades muy duras.
#YesAllWomen porque no puedo tuitear sobre feminismo sin recibir amenazas y respuestas sexualmente agresivas. Hablar no debería darme miedo.
#YesAllWomen porque he visto a muchos más hombres enfadados por esta etiqueta que por las cosas que les suceden a las mujeres.
#YesAllWomen porque si eres demasiado simpática entonces «les estás dando pie» y si eres demasiado cortante te arriesgas a que te agredan. De cualquiera de las maneras eres una perra.
El lenguaje es poder. Cuando transformas la «tortura» en «técnicas de interrogatorio mejoradas», o a los niños asesinados en «daños colaterales», rompes el poder del lenguaje de verbalizar significados, de hacernos ver, sentir y preocuparnos. Puedes utilizar la fuerza de las palabras para enterrar los significados o para excavarlos. Si te faltan palabras para un fenómeno, una emoción, una situación, si no puedes hablar sobre ello, lo que significa es que no eres capaz de abordarlo, menos aún de cambiarlo.
El estudio concluía que en muchos casos, el motivo de la violación era que un hombre tiene derecho a tener sexo con una mujer sin importar los derechos de esta. En otras palabras, o consideran que sus derechos son mayores que los de ella, o que ella no tiene ninguno. Esta sensación de que el sexo es algo que las mujeres les deben a los hombres está en todas partes. A muchas mujeres se nos dice – como me dijeron a mí en mi juventud – que por algo que hicimos o dijimos, por cómo nos vestíamos o simplemente por nuestro aspecto, por el hecho de que éramos mujeres habíamos provocado el deseo y que, en consecuencia, contractualmente estábamos obligadas a satisfacerlo. Se lo debíamos. Ellos tenían ese derecho. Derecho a nosotras.
Capítulo 9: La caja de Pandora y la unidad policial de voluntarios
«Quien siembra vientos recoge tempestades» es supuestamente una maldición que te buscas tú mismo, pero algunas veces las tempestades que se recogen suponen un regalo.
Aquí está, esta es la carretera, y puede que tenga mil millas, pero la mujer que camina por ella no está en la primera milla. No sé cuánto tendrá que avanzar, pero sé que no va a retroceder, pese a todo lo que tenga en contra, y además, no camina sola. Puede que sus acompañantes sean incontables hombres, mujeres y personas cuyos géneros sean mucho más interesantes.
Aquí están la caja que sostuvo Pandora, y las lámparas de las que se liberó a los genios; ahora parecen prisiones y ataúdes. Hay gente que muere en esta guerra, pero las ideas no pueden ser eliminadas.
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons
me encantan tus poemas
no todos los hombres somos iguales. los extremos son eso… extremos
las personas no se miden por las palabras, se mide su grandeza o bajeza por los actos de su corazón
los exremos son odiosos
besos mISS
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Muchas gracias por tu comentario, como siempre. Por supuesto que no todos los hombres son iguales y precisamente hay una frase de las que incluye el libro que he citado y que me parece que lo explica muy bien: «Seguro que #NoTodosLosHombres son misóginos y violadores. Pero ese no es el punto a tratar. Pero sí que lo es el que #TodasLasMujeres viven con miedo a los que sí lo son».
Te agradezco que pases siempre por aquí, besos y feliz domingo. 😉
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ese se me ha pasado… no lo vi
no te preocupes, mi hija es feminista y vegetariana con 14 años
y cabezota como su padre
hay hombres que no se merecen ese denominativo
pero los que callamos perece que otorgamos… y tampoco
pasa un buen domingo, lo que queda
beso
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Leeré el libro. Busco la igualdad desde que tengo uso de razón, y aunque me considero machista por educación, hago todo lo posible por mejorar y de paso ayudar al cambio que vendrá, sí o sí.
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¡Muchas gracias por tu comentario, Lorenzo! Creo que todos tenemos comportamientos machistas, aunque sean muy sutiles, debido a la educación que hemos recibido y a la sociedad en la que vivimos. Yo seguramente también habré dicho cosas machistas en algún momento de mi vida sin darme cuenta precisamente por eso, porque hay ciertas expresiones o comportamientos tan enraizados en nuestra sociedad que acabamos viéndolos como algo normal cuando no lo son.
Te agradezco de corazón que siempre te pases por aquí y comentes y también me alegra mucho que estas palabras que he compartido te hayan hecho reflexionar.
¡Saludos! 😉
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