Lo nuestro fue amor a primera vista.
Me miraste con ojos azules y profundos
y supe que tu mirada sería el lugar
al que siempre querría regresar.
Con esa mirada sin fondo
me llenaste los ojos de belleza
y supe que jamás podría mirarte entero,
que habría partes de ti que nunca conocería.
Yo ni siquiera había aprendido a andar,
pero me entregué a ti desnuda y sin temores.
Tú me tomaste entre tus brazos mojados,
me susurraste al oído con tu voz llena de espuma,
me hablaste de todas las orillas que habías besado
y me hiciste flotar.
Y me enamoré, joder, claro que lo hice.
¿Quién no lo hubiera hecho?
Desde la playa,
bajo los últimos rayos del atardecer,
estabas impresionante.
Tu imagen se quedó grabada,
como tu voz, que es la única
que parece entenderme
cuando ni yo misma lo hago.
Así es: cada vez que la vida
se aferra a mi cuello
y me aprieta con fuerza la garganta,
voy a visitarte.
Y tu cuerpo es el único lugar del mundo
donde encuentro la paz.
Tú me escuchas y me devuelves tus consejos,
me dices que por muy rota que me sienta
las olas se rompen muchas más veces
al día que yo.
Me cuentas historias sobre aquellos
que también se enamoraron de ti
y acabaron hundiéndose entre tus manos
por ir a buscar una vida mejor.
Te alzas imponente delante de mí
y me haces entender,
mientras miro tu silueta infinita,
que mis problemas son minúsculos.
Me dices: anda, ven,
ven conmigo.
Y yo voy
porque lo dejo todo si me dices ven.
Y me llevas muy lejos
y estamos juntos en silencio
hasta que tu sal
me cicatriza por dentro.
Así de mágico eres.
Pero yo también te he visto
en la peor de tus facetas.
Te he visto enfadarte con el viento
y arrasar ciudades enteras con tu furia,
hundir barcos y sueños,
dejar a niños muertos boca abajo
en playas de Turquía.
He presenciado cómo
devastabas Indonesia en el 2004,
o Samoa en el 2009,
o Sendai en el 2011.
Y es que a veces eres tan violento
que pagas tu cólera con personas
inocentes
y las salpicas de espuma letal.
Sin embargo, yo,
que te conozco desde siempre,
no puedo evitar quererte.
Te quiero tanto
que cuando me alejo de ti
me duele no poder tocarte.
Y a miles de kilómetros
cierro los ojos y aún escucho
tu voz rugiendo.
Y te echo tanto de menos
que les hablo a todos de ti,
de lo bonito que estás siempre.
Les digo que deberían conocerte
porque no entiendo cómo hay personas
que pueden vivir sin haberlo hecho.
Les cuento que en mi isla
hay quienes cogen una tabla
y bailan contigo el tango
más apasionado.
Y les cuento cómo hueles,
que la vida no sabe a nada sin tu sal,
que, aunque a veces seas tempestad,
en ti siempre se halla la calma.
Y me vienen a la cabeza
los versos de Cernuda:
«si no te conozco, no he vivido».
Y ellos tal vez piensen que exagero,
pero no saben lo que es haber nacido a tu lado
y tenerte que decir adiós
aun sabiendo que ese adiós
es un hasta luego.
Amor, tú has sido mi mejor consejero
y me has visto crecer,
me has lamido las heridas
y me has cicatrizado la piel.
¿Cómo no amarte?
¿Cómo no ansiar
regresar siempre a ti?
¿Cómo no echarte de menos
cuando me faltas?
¿Cómo poder vivir sin ti
si siempre has estado?
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons
Maravilla ❤️
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jo, qué bonito comentario. Muchas gracias ❤️
Me gustaMe gusta
bonito!!
Me gustaMe gusta
¡Muchas gracias!<3
Me gustaMe gusta
De nada Miss
😘
Me gustaMe gusta
👏👏👏
Me gustaMe gusta
Mr llega profundo mi querida Miss Poesía, qué fuerte ese amor, yo también lo he sentido así, sobretodo cuando mencionas lo de que quieres que le conozcan… Es impresionante
Gracias por tus letras ❤🌻
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Gracias, Pippo! 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchísimas gracias por este comentario tan bonito, Sara, de verdad. Me alegra mucho que ambas hayamos sentido ese amor tan profundo hacia el mar. No sé tú de dónde eres, pero yo vivo en una isla y siempre he tenido el mar como punto de referencia, por eso cuando me alejo se echa demasiado de menos.
Gracias a ti, por ser tan adorable. Un abrazo y feliz sábado ❤
Me gustaMe gusta