Carta a un futuro Erasmus

Querido futuro Erasmus:

Te he visto llegar arrastrando dos maletas, un puñado de ilusión y un rastro de miedo en la mirada. Te he visto con tus padres buscando tu residencia, preguntando dónde tienes que ir a pedir tu tarjeta universitaria para poder comer en el restaurante, con la angustia que produce llegar a un país nuevo y tener que resolver todo el papeleo. He visto perderse tus ojos por las facultades del campus intentando encontrar la tuya, tratando de hallar tu clase. He observado cómo peleas contra ti mismo para intentar hablar en francés lo mejor que puedes, para averiguar una dirección o saber qué línea de tranvía tienes que coger. Me has preguntado dónde está la lavandería, por qué no hay platos ni sábanas ni nada en tu habitación, si hay hornos o microondas en la residencia, cómo es la gente de aquí. Yo te miro con cariño porque sé qué emociones te inundan el pecho en estos momentos, cuántas dudas escondes bajo tu frente y cuánto miedo tienes a que las cosas no vayan bien. Te entiendo porque yo también he estado ahí. We have all been there, my friend.

Sé que ahora mismo te parece todo extremadamente difícil, desde resolver los papeles en secretaría hasta caminar por el centro de la ciudad sin perderte. Sé que te cuestionas si fue una buena idea o no venir al país, que te da miedo no saber adaptarte a una cultura nueva, que el nivel de la universidad sea demasiado alto o no hacer amigos rápidamente. Sé que echas de menos a tu familia, a tu mascota, tu cama. Sé que también estás ilusionado por empezar esa loca vida fiestera y sexual de la que todos te han hablado, que tienes unas ganas inmensas de disfrutar de esta experiencia.

Es normal sentir miedo cuando llegas, todos lo hemos sentido. Sin embargo, el miedo es una buena señal. Te indica que vas bien, que esto es importante para ti y que este es el camino que tus pies anhelan recorrer. Déjame decirte que esos miedos que te oprimen ahora el pecho y que crean nudos en tu garganta se convertirán en alegrías que te exploten por dentro en mil carcajadas y que deshagan todos esos nudos.

El primer mes es complicado: tienes que armarte de paciencia para poner en orden todos los papeles que te exigen, comprar lo necesario para la habitación de tu residencia, aprender a desplazarte por la ciudad sin mapa, entender las líneas de tranvía, cocinar platos decentes para no morir de hambre sin tu madre, hacer amigos en tu residencia y en la universidad, convalidar las asignaturas (holly shit, esto es lo peor de todo), abrir una cuenta bancaria y dejarte un riñón y medio pagando tus primeras compras, fianzas y contratos de móvil. Pero, una vez dejes atrás este pequeño paseo por dunas infernales, llegarás a un plácido oasis. De ahí en adelante, todo será mucho más fácil. Al menos, así lo fue en mi caso.

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«Don’t worry about a thing, ‘Cause every little thing gonna be all right!»  ♫♪

Poco a poco, te irás acostumbrando a la vida en ese país y comenzarás a amar su cultura. Te enamorarás de cada callejuela y recoveco del centro histórico, de las montañas, de la belleza del campus, del acento de la gente, de las fiestas, de la nieve en invierno y de la primavera estallando en las flores en primavera, de la vida universitaria.

Harás amigos muy rápido, más de lo que piensas. Pronto tendrás un grupo de amigos de distintos países (a no ser que te relaciones solo con españoles) y te sentirás orgullosa de ver cómo tus chapurreos en francés e inglés ya son comprensibles para los demás, aprenderás muchísimo sobre sus culturas y sus países de origen y serán como una segunda familia para ti. Tus amigos de tu país de origen, que piensan que estás todo el día de fiesta o teniendo sexo, te llamarán y te escribirán mensajes preguntando qué tal va todo, por qué ya no les haces tanto caso como antes. Y seguirás queriéndolos igual, eso está claro. Sin embargo, tus amistades de aquí son distintas a las que habías tenido antes, destruirán todos tus prejuicios y te harán cambiar de perspectivas. También te darás cuenta de quiénes son tus amigos de verdad y de qué personas estaban unidas a tu vida por el único pegamento del interés. La distancia te dará sabiduría y te mostrará las verdades de golpe y de frente.

Dejarás atrás la fase de sobrevivir a base de pasta y aprenderás poco a poco a cocinar platos variados y comestibles. Además, descubrirás con fascinación que los menús estudiantes son baratísimos en comparación con España. Por solo 3,25 euros tienes un entrante, un plato principal, pan y postre. Qué, cómo te quedas, Maricarmen.

Improvisarás planes locos con tus amigos y cualquier época de vacaciones será una buena excusa para viajar. Conocerás lugares maravillosos y culturas increíbles. Y, aunque te fundas en esos viajes gran parte de la beca, serás más rico que nunca porque habrás aprendido que el valor que tiene el dinero para ti reside en cuán lejos te permite llegar. Aprenderás a diferenciar entre valor y precio y te darás cuenta de que lo único que necesitas para ser feliz es una mochila a la espalda y a tus amigos al lado.

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«Los amigos son la familia que se elige»

Ligarás, mucho. Eso que te han contado de Erasmus orgasmus es cierto, es muy fácil ligar y tener líos. Si te has ido de tu país dejando a tu pareja atrás, te deseo mucha suerte. La distancia no es nada fácil y tener rollos pasajeros es sencillo, pero a veces descubres a alguien que te llena la cabeza y el corazón de dudas. Que desordena todos tus sentimientos y te mira con las pupilas brillantes de cariño y admiración, desde una perspectiva que ni siquiera tú conocías. Alguien que, mirándote de ese modo, te devuelve el reflejo de ti misma y hace que no te puedas reconocer en él. Esas personas, las que te hacen descubrir cómo eres en realidad y amar nuevos rincones dentro de ti, son las más adictivas. Tendrás que sincerarte contigo misma y entender qué o a quién quieres en tu vida.

Tus ojos se convertirán en las cataratas del Niágara cuando tengas que despedirte de tus amigos, cuando tengas que darles un abrazo en la terminal y no sepas cuándo vas a volver a verlos. Aunque estés segura de que lo harás.

Las imágenes de esa ciudad se quedarán grabadas a fuego en tu rutina y, cuando llegue el triste momento de subirte a ese avión de vuelta, serás consciente de que ese lugar ha calado tan hondo en ti que se ha convertido en tu hogar.

Así que disfruta, ama, viaja, aprende, baila, salta, conócete. Vive. Sobre todo, eso: vive. Porque este año pasará volando y, cuando quieras volver, ya habrá acabado. Y eso que comentan de que es de las mejores experiencias de la vida es absolutamente cierto.

Si eso de que uno siempre vuelve a los lugares donde fue feliz es verdad, yo volveré pronto a estas coordenadas. Ahora tú, que estás aquí, aprovecha. Ojalá te enamores de esta experiencia tanto como yo…

Mucha suerte.


Miss Poessía

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Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

2 comentarios sobre “Carta a un futuro Erasmus

  1. Me ha encantado tu punto de vista. Mi hijo mayor termina la carrera este curso. Él también está lleno de dudas, como las tuviste tú y como las tuve yo hace ya unos años. Pero lo has descrito de una manera digamos muy «apetitosa» jajaja. Así que le voy a mostrar tu texto para que tenga otra perspectiva. Un abrazo y buen domingo.

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  2. Mil gracias por este comentario tan bonito, Carlos, de verdad ♡. Es todo un placer que te haya gustado mi punto de vista sobre esta situación y que quieras compartirlo con tu hijo. Es una experiencia maravillosa que ayuda a crecer a todos los niveles y estoy segura de que, si se anima, le encantará. Te deseo un feliz lunes y mucha suerte en el futuro de tu hijo, haga lo que haga.
    Un abrazo 😉

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