Gracias por haberme amado

del modo en que toda mujer

merece ser amada.

 

Gracias por haberme querido

como yo nunca he sabido hacerlo.

 

Gracias por haber conocido

mis partes más oscuras

y mis manías más irritantes

y haberte quedado a pesar de todo.

 

Gracias por decirme

que soy preciosa

cuando yo no era capaz

de verlo.

 

Por haber abierto

las puertas de tu alma

y dejarme ver toda la belleza

que se esconde bajo tu piel.

 

Por haber hecho de esta ciudad

un lugar mucho más agradable:

cualquier lugar es mejor

si tú lo habitas.

 

Gracias por hacerme reír

en los momentos en los que

la sal de mis ojos

quería hacer acto de presencia.

 

Por atreverte a amar

sin miedos ni barreras,

de la manera más honesta

y hermosa que conozco.

 

Por haber estado ahí

donde los demás se fueron,

por alegrarte de mis logros

y ayudarme a crecer

en todos los sentidos.

 

Gracias por enseñarme

que el hogar puede estar

a miles de kilómetros

del lugar en el que nací,

porque cuando nuestros

cuerpos se juntaban

yo me sentía como en casa.

 

Esa es la diferencia

entre tú y los demás:

el resto son solo como trenes que pasan,

pero tú eres la estación

en la que querría quedarme para siempre.

 

Gracias por darme

todo el amor que tenías,

no hay nada más valiente.

 

Gracias, sobre todo,

por haberme hecho feliz

y permitirme hacer las paces

conmigo misma.

 

Gracias por haberme convertido

en una mejor persona.

 

Haber pasado estos meses contigo

me ha enseñado mucho más sobre la vida

que todo lo que podrían

haberme contado.

 

Es así: a vivir se aprende viviendo

y tú me enseñaste la diferencia

entre respirar y estar viva,

entre existir

y sentir el corazón

palpitante de vida.

 

Gracias por todo

lo que me has dado.

 

Ojalá pudiera

haberte correspondido

de la misma manera…

 

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Miss Poessía

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