No sé si me hacen más daño
las palabras que nunca te he dicho
o todas las que me dijiste tú.
Las primeras están
en la bolsa amniótica de mi cobardía,
nadando entre el líquido de mi miedo
como fetos prematuros
que nunca terminan de crecer.
Las segundas están en el cementerio
de palabras de mi alma,
entre todas esas frases que fueron mi tumba.
Sin embargo,
las primeras no llegan a nacer
y las segundas no terminan de morir.
Todo lo que nunca te he dicho
se niega a salir al mundo exterior
y da patadas dentro de mi vientre:
esas palabras saben que es más agradable
quedarse siempre en el hogar conocido,
que una vez que se nace
no se puede rebobinar la vida.
Las palabras,
una vez pronunciadas,
no se pueden rescatar:
se pueden rectificar,
justificar o disculpar,
pero no eliminar.
Desde el momento
en que decides apretar el gatillo,
pierdes el control sobre la bala.
Y ahí están las palabras que me dijiste:
balazos disparados con precisión de francotirador
contra mi alma maltrecha.
Si te asomas un poco bajo el lado izquierdo
de mi pecho,
aún puedes ver las marcas de los disparos
y percibir el olor a pólvora y chamuscado.
Siempre me han dolido más las palabras
que cualquier otra cosa,
supongo que es lo que tiene amar tanto el lenguaje…
Lo peor de las palabras dichas
es que a veces se pintan de eternidad
porque calan tan hondo que,
por mucho que pase el tiempo,
hicieron tanto ruido un día
que su eco sigue retumbando
en cada pared de tu cabeza
y no puedes hacer nada para apagar su voz.
Así que aquí estoy,
atrapada entre la incubadora
y el cementerio,
entre el ruido de lo que no te digo
y el de lo que tú sí pronunciaste.
Intentando decidir cuál de los dos duele más.
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons
👏👏👏
Me gustaMe gusta
Muchas gracias, Dante ❤
Me gustaMe gusta
que bonito,
me encantó ,
las palabras hay que saber expresarlas,
y tú lo haces sabiamente.
Felicidades👌
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchísimas gracias, de verdad! ❤
Me gustaMe gusta