Es duro ver llenarse de vacío
estas paredes que antes
rebosaban amor.
Insoportable que la música
que hacíamos riendo juntos
ahora haya sido reemplazada
por un silencio que grita desilusión.
Difícil dormir ahora en camas separadas
cuando antes me empujabas hacia ti
cada noche porque te parecía
que siempre sobraban centímetros
entre nuestras pieles enamoradas.
Demasiado complicado hacerme a la idea
de que estas cuatro paredes
jamás volverán a vernos tan felices.
Ya sé que he sido yo
la que ha provocado todo esto:
estas conversaciones sin interés,
estas miradas teñidas de dolor
y estas manos que ya no encuentran
motivos para acercarse.
Por eso creo que debería marcharme
y dejar de habitar estos muros:
ahora mismo mi ausencia
sería mucho mejor compañía que yo.
No,
no es fácil hacerlo.
Te aseguro que es una ardua tarea
soltar las amarras y navegar lejos de tu vida,
dar un volantazo y cambiar el rumbo
hacia carreteras que no me recuerden a ti.
Me gustaría quedarme
e intentar poner en pie nuestras ruinas,
enseñarte a quererme de nuevo
y esforzarme en que encuentres
en la profundidad de mis ojos
a esa persona de la que una vez te enamoraste.
Sin embargo, sé que no lo harás.
No me vas a querer de la misma manera
ni voy a parecerte jamás la misma persona.
Lo sé porque he visto cómo me miras:
como un anciano que vuelve al mismo lugar
después de mucho tiempo
y echa de menos lo bello que era ese paisaje
antes de que cambiara tanto.
Lo sé porque prefieres mirar el móvil
que quedarte observándome sin decir nada
como hacías cuando nos conocimos.
Y te pones a ver películas
porque el mundo ficticio que te brindan
es mucho más atractivo que la realidad
que yo puedo ofrecerte.
Y escuchas música o miras vídeos
porque escuchar tus pensamientos
te desgarra las entrañas.
Y sales a trabajar
porque pasar el tiempo conmigo
ahora es sinónimo de perderlo.
No te culpo, amor.
Yo también me he cansado
de mí misma
y ya no me reconozco
en la imagen que me devuelve
el espejo.
No te puedo pedir
que me quieras
cuando yo no he sabido
quererte a ti.
Pero hay algo que puedo hacer:
marcharme de esta habitación
y de tu vida.
Para que la decepción
vaya poco a poco
escapándose por la ventana
y puedas por fin empezar
a llenar estos doce metros cuadrados
de felicidad.
Sé feliz.
Por ti.
Porque, al fin y al cabo,
es lo único que te mereces.
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons