Un día aparece
alguien en tu vida.
Alguien que llega
con la firme intención de ser marca
en lugar de cicatriz.
Alguien que no solo te dice
que te quiere,
sino que se queda sin fuerzas
cada día
demostrándolo.
Que deja por los suelos
las historias de amor
de las películas americanas,
que ridiculiza con sus actos
las canciones machistas de reguetón
y que deja en evidencia
los cuentos de Disney.
Que te entiende tan bien
que hace que te preguntes
si existe la reencarnación
y ya lo has conocido en otra vida.
Alguien que se convierte
en la excepción de la regla.
Que deja completamente desconcertado
a tu corazón porque,
acostumbrado a la calma,
no sabe que hacer
después de ese huracán de emociones.
Alguien que te ama exactamente
del mismo modo
en el que siempre has pensado
que mereces ser amada.
¿Y qué pasa cuando esa persona llega
y pone una equis en tu calendario,
una bandera en algún lugar
entre las paredes de tu alma?
Pasa que se convierte en una fecha
señalada con subrayador amarillo,
pues a partir de ese día se convierte
en una de esas personas especiales
que marcan nuestra vida
de las que habla Albert Espinosa.
Y más adelante,
cuando pases hacia atrás
las hojas del calendario,
te darás cuenta de que ese día
fue el día de la resurrección de tus ilusiones,
del estreno de nuevos sueños.
Pero también pasa otra cosa:
que tus entrañas,
habituadas a la rutina conocida
y a las personas aborrecidas,
no entienden nada.
Y tu cerebro, cansado
de besar el suelo
buscando a gente que vuele alto,
no sabe cómo gestionar
esa aparición estelar.
Quizá no estabas preparada
para que te quisieran de esa manera,
tan libre e intensa.
Tal vez no terminas de confiar
en una verdad así, tan pura,
sin segundas intenciones.
Y sientes bajo la piel
algo que jamás habías experimentado:
miedo.
Qué digo miedo,
pánico.
Te acojona que te quieran
de ese modo,
que tras todos aquellos
que llegaron buscando salidas
de emergencia,
aparezca alguien
que te haga sentir hogar.
Qué irónica la vida, ¿eh?
Pasamos tanto tiempo
esperando a que llegue alguien
que merezca la pena que,
cuando por fin llega,
no sabemos qué hacer.
Yo sigo sin saber qué hacer,
así que creo que voy a hacer caso
a alguien más sabio que yo: el Rey León.
Voy a vivir y a ser feliz.
De eso, al fin y al cabo, es de lo que va la vida.
Miss Poessía
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Fantástico. Me encanta. Un abrazo enorme y ¡Hakuna matata!
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¡Muchísimas gracias, Marina! Es todo un placer que te guste y, como siempre, un honor tenerte por aquí. Que pases un feliz fin de jueves.
¡Un abrazo! ♥
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Muy bueno, saludos!
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Muchas gracias, Belita ❤ Qué bonito es tenerte de nuevo por aquí, saludos…
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Aquí llego. Es un placer venir y leerte. Me lo tomo con calma para ir saboreando tus versos. Besos mil
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¡Muchísimas gracias, Ana! Bienvenida a mi humilde morada. Ponte cómoda y rebusca por donde quieras 🙂
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Gracias amor. Nos leemos
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Saludos!!
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Increíble, como de costumbre. 🌸🌸
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¡Muchísmas gracias! ♡ Tú tan encantadora como de costumbre… Un placer verte de nuevo por aquí.
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Precioso poema y vitalista mensaje. Eso es, vive y sé feliz!!
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Muchas gracias, Pilar. Me alegro de que te haya gustado y bienvenida a mi rinconcito 🙂
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Gracias por tu bienvenida. Un abrazo!
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Me ha encantado de verdad, siempre hay una sabiduría mayor que la de todo lo escrito, la del corazón y ahí me han llegado tus palabras
Vive y se feliz y sobre todo no dejes de escribir
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¡Muchísimas gracias, Miguel Ángel! No sabes lo bonito que es leer que mis palabras te han llegado al corazón, ese es siempre mi objetivo: llegar bien adentro de quienes me leen. Lo mismo digo, tú tampoco dejes nunca de escribir 😉
¡Un abrazo!
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