Foto de la entrada: Toa Heftiba (Unsplash)
En la turbulenta Barcelona de los años 20 un joven escritor obsesionado con un amor imposible recibe la oferta de un misterioso editor para escribir un libro como no ha existido nunca, a cambio de una fortuna y, tal vez, mucho más.
«El talento natural es como la fuerza de un atleta. Se puede nacer con más o menos facultades, pero nadie llega a ser un atleta sencillamente porque ha nacido fuerte o rápido. Lo que hace al atleta, o al artista, es el trabajo, el oficio y la técnica. La inteligencia con la que naces es simplemente munición. Para llegar a hacer algo con ella es necesario que transformes tu mente en un arma de precisión.»
«Toda obra de arte es agresiva, Isabella. Y toda vida de artista es una pequeña o gran guerra, empezando con uno mismo y sus limitaciones. Para llegar a cualquier cosa que te propongas hace falta primero la ambición y luego el talento, el conocimiento y, finalmente, la oportunidad.»
« – Dígame, Ignatius B., ¿quién le ha roto el corazón a usted con tanta rabia?
– Veo que sabe usted leer más que libros.»
« – ¿Sabe lo mejor de los corazones rotos? – preguntó la bibliotecaria.
Negué.
– Que solo pueden romperse de verdad una vez. Lo demás son rasguños.»
«La inspiración acude cuando se pegan los codos a la mesa, el culo a la silla y se empieza a sudar. Elige un tema, una idea, y exprímete el cerebro hasta que te duela. Eso se llama inspiración.»
«Cristina ladeó la cabeza y me miró. Tenía la expresión robada, como si le hubiesen roto el alma a martillazos. La abracé con fuerza y la besé en la frente. La lluvia seguía azotando tras los cristales, y atrapados en aquella luz gris y pálida del alba muerta pensé por primera vez que nos hundíamos.»
«La gente normal trae hijos al mundo; los novelistas traemos libros. Estamos condenados a dejarnos la vida en ellos, aunque casi nunca lo agradezcan. Estamos condenados a morir en sus páginas y a veces hasta a dejar que sean ellos quienes acaben por quitarnos la vida. Entre todas las extrañas criaturas de papel y tinta que había traído a este miserable mundo, aquélla, mi ofrenda mercenaria a las promesas del patrón, era sin duda la más grotesca. No había nada en aquellas páginas que mereciese otra cosa que el fuego y, sin embargo, no dejaba de ser sangre de mi sangre y no tenía el coraje de destruirla.»
«La miré, una mujer rota en la penumbra con lágrimas en los ojos, y no deseé otra cosa en el mundo que poder devolverle lo que nunca había tenido.»
«- Mi padre solía decir que la vida no da segundas oportunidades.
– Solo se las da a aquellos a los que nunca les dio una primera. En realidad son oportunidades de segunda mano que alguien no ha sabido aprovechar.»
«- ¿Por dónde quiere que empiece?
– Usted es el narrador. Solo le pido que me diga la verdad.
– No sé cuál es.
– La verdad es lo que duele.»
Miss Poessía
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