Sábado noche

Una chica se maquilla
la cara y el alma,
se maquilla las inseguridades
frente a un espejo que le devuelve su imagen;
una imagen distorsionada,
que no encaja
dentro de los cánones de belleza
y los estereotipos sociales.

Un chico no sabe qué camisa elegir.
No sabe cuál representa mejor su personalidad,
cuál es la que mejor se adapta
a la imagen idílica y autoimpuesta
que quiere plasmar en los demás,
con cuál de ellas ligará más esa noche.
Pasa unos cuantos minutos
probando una y otra,
como si esa camisa
fuera el elemento decisivo.

Una familia ve la televisión mientras cena
y ninguno de ellos está ya allí,
en el sofá.
Todos están muy lejos.

Un joven se peina el tupé
y se echa perfume mientras mira su propio reflejo
soberbio, con arrogancia, pensando ya
en qué habitación acabará esa madrugada,
cuál será la cama en la que pasará la noche
y qué chica querrá participar con él
en el juego apresurado y breve,
de amores de ocasión,
en el que se han convertido hoy
las relaciones.

Un grupo de amigos fuma porros en el balcón
queriendo que el humo se lo lleve todo,
que los problemas se hagan más pequeños
a cada calada.
Quieren creer en la idea
de que con el colocón todo acabará,
que a la mañana siguiente
sus antiguas realidades serán ceniza.

Un señor mayor lee en su butaca
con su gata en el regazo, consciente
desde la sabiduría que da la experiencia
de que a veces las palabras
y la compañía desinteresada de un animal
son las mejores amigas.

Alguien ha organizado una cena en su casa
para no sentirse solo esa noche.

Hay ciclistas llevando comida a domicilio
que seguramente preferirían
estar en cualquier otro lugar,
que seguramente lo hacen
para pagarse sus carreras
en un país que cada vez da menos ayudas.

Unos estudiantes piden pizza para llevar.

Un grupo de chicas taconea de madrugada
por la acera
y el eco se escucha en todos los corazones
vacíos de la ciudad.

Los tranvías han dejado de pasar.

Hay luna llena
y veo los Alpes desde mi ventana.

Los árboles de mi calle
están cortados en rectángulos perfectos
y en mi residencia reina un silencio casi absoluto.

El edificio de en frente tiene varias chimeneas,
pero ninguna echa humo.
Ojalá mi cabeza también estuviera apagada…

Se escuchan las voces lejanas
de gente gritando en el parque
para callar su propio ruido interior
y hay algunos borrachos por la calle
que se han propuesto olvidar sus penas
en el fondo de cada vaso.

No se ven las estrellas,
solo hay oscuridad.
No hablo del cielo,
sino de mi alma.

Varios amigos están sentados en un sofá
mirando el móvil, sin hablarse.
Moderna forma social
de estar solo acompañado,
de estar lejos de alguien
y al tiempo a pocos centímetros.

Esta habitación
se me hace grande y asfixiante
al mismo tiempo.
Grande porque me sobran metros cuadrados
si tú no los llenas,
asfixiante porque necesito el aire de tus pulmones
y estás demasiado lejos
para venir a respirarme esta noche.

Hace unas cuantas lunas
que he empezado a dedicarte mi insomnio,
me cuesta dormir si no es abrazada a ti.

Te echo tanto de menos
que el dolor es casi físico.

Acabo de llegar de una fiesta
y no sé ni lo que escribo.

No sé si es el alcohol o la distancia,
pero me acaba de venir el bajón de golpe.

Me pregunto qué color
definiría mi alma esta noche,
si tú también estarás mirando la luna,
cuánta gente habrá que tampoco puede dormir,
qué canción podría apaciguar mi nostalgia,
a dónde se han marchado las estrellas,
en qué gasta el resto del mundo sus madrugadas,
cuántas cervezas más necesito
para que me importe todo una mierda,
cuántos chupitos de tequila harían falta
para que mi mente deje de darle vueltas a todo.

No tengo sueño, pero sí sueños.
Y en todos estás tú implícito.

Necesitaba escribir esta noche
para inmortalizarla.

Para recordarla mañana, o tal vez
dentro de unos años.

Y que esta sea la prueba empírica
de que no es bueno mezclar
alcohol, distancia y recuerdos.

 


Miss Poessía

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Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

8 comentarios sobre “Sábado noche

  1. gran poema hermoso en todo punto de vista gracia por compartir , el alcohol un amigo ocasional que ayuda a olvidar y el tiempo un padre que ayuda a madurar feliz día

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  2. Jodidamente bueno!!! PD: La madrugada, eterna compañera que nos invita a reflexionar y plasmar los pensamientos que nuestra mente no puede acallar ni siquiera con chupitos de tequila o cerveza. En esos momentos, lo único que nos sacia, es exteriorizarlos, es escribir.

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  3. Bueno, no creo que sea tanto como jodidamente bueno, pero te agradezco muchísimo estas palabras. Leer tus palabras me ha emocionado, gracias por comentar. Como dices, a veces escribir es lo único que alivia.
    Gracias por todo, Glykós, de verdad.
    ¡Un abrazo enorme1 ❤

    Le gusta a 1 persona

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