Hoy me he puesto a pensar en ti y he llegado a dos conclusiones: que un mes a tu lado ha tenido mucho más sentido que todos los que he pasado con otros chicos y que ya no quiero seguir yendo de flor en flor, quiero quedarme a vivir en el polen de tu vida y ser esa abeja que te traiga miel en forma de besos y que te polinice los labios hasta que a los dos nos crezcan flores por dentro y nuestra vida huela a pétalos.

Me he dado cuenta de que no sabía nada sobre la vida.

No sabía nada sobre el amor hasta que viniste a sujetarme la cara entre tus largos dedos y vislumbré en tus ojos que todo lo que hasta entonces había considerado amor solamente eran sucedáneos de él, como llamar océano al reducido perímetro acuático de una piscina o creer que el gris es el color más bello porque nunca se ha conocido nada más que oscuridad.

No sabía nada sobre besos hasta que juntaste tus labios con los míos y quise contratarte para el resto de mis días como mi ladrón de besos particular.

No sabía nada sobre la música hasta que escuché tu risa y pensé en lo mucho que han perdido el tiempo los compositores buscando acordes y sinfonías que jamás te harán justicia.

No sabía nada sobre la felicidad hasta que descubrí con asombro, al contemplar mis versos desde cada ángulo, que la tristeza se les había desteñido por completo.

No sabía nada sobre el cielo hasta que me besaste cada poro de la espalda e hiciste que me crecieran de nuevo alas para luego tirarnos al abismo, ese abismo que me sigue dando vértigo. Pero es que no sabes lo poco que me importa el vértigo, si desde tu vuelo me regalas las mejores vistas que jamás haya conocido.

No sabía nada sobre la fugacidad hasta que estar o no contigo se convirtió en la medida de mi tiempo y los días empezaron a correr a un ritmo tan frenético que parecen minutos. Y ahora, más de treinta días después de que vinieras a arruinarme la melancolía, todo parece haber pasado como media hora. Pero qué media hora, eh. Supongo que, como diría Wilde, a veces llevamos años sin vivir en absoluto y de pronto la vida se concentra en instantes.

No sabía nada sobre el significado de la familia hasta que me presentaste a tus amigos y me llevaste a bailar al son de África cada jueves y me acogieron como a una hermana, juntando el alma de Europa con la de África en una habitación huérfana de prejuicios.

No sabía nada sobre mí misma hasta que te miré y vi en tus pupilas mi propio reflejo desde una perspectiva totalmente nueva.

No sabía nada sobre la vida hasta que me la diste en cada beso.

Miss Poessía

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