Cambiaría mis brújulas
para que me orientaran hacia el sur,
perdería el norte por tu sonrisa
y tal vez acaso descubriera,
más desorientada que nunca,
que por fin me he encontrado.
Que las mejores cosas vienen
cuando se dejan de buscar, dicen.
Y yo a ti, amor, nunca te busqué.
Pero aquí me tienes
más perdida que nunca
y con ganas de empezar a buscarme
comenzando por la línea de puntos
que me indican tus lunares,
pasando por tus cicatrices
sin hacerlas estación de paso
sino trenes donde quedarme
porque sé que tienen historias que contar.
Cortaría las cuerdas que atan mi ancla,
soltaría todas mis amarras por ti
si alguien me asegurara en este instante
que si me dejo llevar por la marea
acabo llegando a la orilla de tu boca,
a las playas que tienes escondidas
entre los brazos.
Emigraría en busca de la rebeldía
de tus labios,
como esas aves de paso
de las que habla Sabina,
porque sé que tú, amor,
nunca me cortarías las alas,
que juntos haríamos un nido
y nunca nos faltarían cielos
ni horizontes a los que volar.
Te juro que me marcharía.
Te regalaría esta tranquilidad atlántica
y agarraría entre mis manos
la tentadora incertidumbre
que me ofrece tu alma
mediterránea.
Pero tengo tantas dudas
que ya no sé ni dónde quiero ir.
Vacilo entre quedarme en terreno seguro
o quemar todas mis coordenadas,
ir rumbo a lo desconocido,
empezar a tirotear a balazo limpio
contra mi zona de confort.
El problema es que realmente no sé
si cambiar de ciudad,
de horizontes,
de ambientes,
de mareas,
de acento,
de perspectiva y de aires
me ayudaría en algo.
Porque lo último que quiero es
que mis dudas acaben por destrozarte,
que por ir en busca de nuestra felicidad
acabe dejándote un puñado
de pena, daño y decepción.
No es tan fácil irse y olvidarse de todo,
empezar de cero,
porque los recuerdos y el caos interior
son habitantes permanentes de mi alma.
Porque lo más importante,
lo que está debajo de la piel,
eso sí que es difícil de cambiar.
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
A veces nos puede llegar a sorprender lo que encontramos cuando nos decidimos a quitarnos los miedos de encima, poner el cuantakilómetros a 0 y dejarse llevar.
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Toda la razón, Jota.
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Tras sabe Dios cuántos meses sin dejarme caer por tu rinconcito, no sabes lo satisfactorio que es volver adonde lo dejé y encontrarme con este maravilloso poema que, una vez más, parece sacado íntegramente de mi pensamiento. La identificación es completa, de verdad, al 100%. Mil gracias, como siempre. ¡Seguiré por aquí estos días!
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Lo que sí es satisfactorio es entrar a mi blog y encontrarme un comentario como este, Mercurio. Muchísimas gracias por el apoyo que siempre me has dado y por las hermosas palabras que me dedicas, cada vez que veo tu nombre en los comentarios me pongo alegre. Gracias a ti por todo, puedes quedarte el tiempo que quieras 😉
¡Un fuerte abrazo! ❤
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Cuando, por fín, piensas en el cambio, es que ha llegado el momento. Siempre adelante!, aunque arrastres miedos y peso en la mochila…ya iremos soltando lastre. Hermosas palabras
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Tienes toda la razón, no hay que tener miedo al cambio nunca. Tus palabras sí que son hermosas, muchísimas gracias.
¡Un abrazo! 🙂
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Sabes?tienes pocos febreros pero muchas primaveras. Creo que corren por tus venas y bajan hasta tus dedos al escribir
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Madre mía, qué belleza de comentario, muchas gracias Miguel Ángel. De verdad, eres un amor de persona y con estas palabras de aliento consigues motivarme muchísimo. Eso de las primaveras es una de las cosas más bonitas que me han dicho nunca, te lo agradezco de corazón.
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