Inspirado en el post «Sí quiero. (Votos para mi esposa)», de Risto Mejide

Sí, quiero.

Quiero enseñarte el mar desde el ángulo más bonito de esta isla y compararlo con el ángulo más hermoso de tu cuerpo, a ver cuál de los dos gana la batalla.

Quiero enseñarte a hablar en francés, quiero descubrir cada día nuevas maneras de dejarte sin habla.

Sí, quiero que viajemos a todos lados y también que descubramos que no hay mejor viaje que el que hacemos sin salir de la habitación.

Quiero que discutamos sobre todo, hasta sobre las cosas más intrascendentes. Que me tires abajo todas mis certezas, que derrumbes toda mi sabiduría, que me hagas planteármelo todo, que desmontes cualquier certeza que alguna vez haya podido tener y me descubras infinitos puntos de vista distintos. Que hagas todo añicos, menos la certidumbre de que elegir tus pasos para acompañar mi camino ha sido la mejor decisión que he tomado.

Sí, quiero.

Quiero que me enseñes a cocinar los platos de tu tierra y que pruebes los míos, aceptando mis desastrosas habilidades culinarias. Besarte con sabor a mojo en Canarias, con sabor a pasta y vino en la Toscana, con sabor a queso en Francia, con sabor a especias en Marruecos, con sabor a salmorejo en Andalucía…

Quiero que me hagas olvidar todos los chicos que me vieron como a un plato de comida rápida, que volvamos a amar a fuego lento y borrar a base de caricias nuestro desafortunado historial amoroso.

Sí, quiero que me enseñes tus cicatrices y que me cuentes la historia que hay detrás de cada una de ellas, que te gusten las mías aunque algunas aún no hayan terminado de cerrarse.

Sí quiero abrazar todos tus monstruos, presentarte a los míos.

Quiero reírme del caos de bailar contigo y competir a ver cuál de los dos tiene más sordera en los pies.

Sí, quiero.

Quiero presentarte a mi familia y que me sea imposible narrar mi historia sin incluir tu nombre en ella. Ser más que tu musa, ser la inspiración que te pille cuando no estés trabajando.

Quiero tardes de domingo contigo. Y mañanas de lunes, que ya no serán difíciles de llevar porque los empezaremos juntos. Perder la noción del tiempo y no saber ni en qué día vivo porque si lo vivo contigo me basta.

Que me enseñes tus canciones favoritas, que haya que inventar una banda sonora para el amor de película que paseamos por las calles.

Sí, quiero dedicarte poemas y también descubrir que no puedo escribir nada porque desde que llegaste soy feliz y no sé cómo gestionarlo. Sorprenderme cuando lea mis propios versos y aprecie que por primera vez no están teñidos de nostalgia y decepción.

Quiero hacer contigo todo lo que la poesía nunca podrá escribir.

Miss Poessía

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