Sé que no soy perfecta.

Que me sobran demasiados kilos
para ser un ángel de Victoria Secret.

Que tengo algunos dientes torcidos.

Que dedico más tiempo a mis poemas
que a mí misma.

Que a veces busco respuestas en mi cabeza
cuando sé que debería cruzar mares
para encontrarlas.

Que lo dejo todo para el último día.

Que suelo tener la cabeza en las nubes.

Que he confiado tanto en personas
que no lo merecían que, al final,
me he vuelto una desconfiada.

Que soy incapaz de seguir
horarios ni rutinas.

Que se me da fatal
decir lo que siento.

Que me pongo nerviosa
con facilidad.

Que estoy sorda de un pie
(o de ambos).

Que me he hecho adicta
a las madrugadas.

Que le doy demasiadas vueltas
a cosas que ya no tienen solución.

Que me cuesta decir te quiero.

Pero lo que no sabes es que me conformo
con ser ese ángel
que haga que a ti también te crezcan alas
para que podamos volar juntos
cuando el suelo nos queme demasiado.

Que no me importan mis dientes torcidos
si se abren en una sonrisa dedicada a ti,
único espectador de mis imperfecciones.

Que dedicarle tiempo a mis poemas es sinónimo
de dedicártelo y dedicármelo,
porque siempre te escribo a ti
pensando en un idílico nosotros.

Que no me atrevo a cruzar mares
porque en el fondo
siempre he tenido la esperanza
de que seas tú el que se atreva
a acortar la distancia,
a convertir los kilómetros de cobardía
en milímetros insolentes que antecedan
el roce de nuestros cuerpos llenos de osadía.

No sabes que tengo la cabeza en las nubes
porque ahí, bien alto, es donde me descubro
en cuanto rondas por mi pensamiento.

Ignoras que dejo todo para el último día
porque me gusta más hacerlo todo bajo presión
y luego descubrir que nunca me he sentido
menos presionada que a tu lado.
Porque amor, tu me das libertad y alas
sabiendo que de esa manera
es difícil que me vaya volando.

Que no sigo horarios
porque prefiero perder el sentido
del tiempo a tu lado,
que paso de las rutinas porque me da alergia
pensar en otra que no sea la de besarte.
Que oye, los buenos hábitos
no hay que perderlos.

Que si se me da fatal decir lo que siento
es porque aún nadie ha encontrado
sustantivos, verbos ni adjetivos
que puedan describir ni abarcar
todo el huracán de emociones
que me consume las entrañas
desde que apareciste.

Quiero que sepas que si me pongo nerviosa
es porque eres el mejor estimulante que conozco.

Que si estoy sorda de un pie
es porque cuando ese pie escuchó tu acento
se negó a volver a escuchar jamás
otro sonido.

Que si me he hecho adicta a las madrugadas
es porque te encuentro en cada insomnio,
porque recuerdo a Cortázar
cuando te ando encontrando
incluso sin buscarte, principalmente
cuando cierro los ojos y te sueño
más despierta que nunca.

Si me cuesta decir te quiero
es porque es más fácil escribirlo.
Llámalo cobardía,
pero me gusta sentirme cobarde
si eres tú el causante de tanto temor.

Si algún día logramos arrancarle a ese temor
la primera letra
y cambiamos la segunda por una A.

Entonces, solo entonces,
todas estas imperfecciones no importarán
porque me habré enamorado
de todas y cada una de las tuyas.

Miss Poessía

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