Si fueras una ciudad, lo único que quedaría de ti serían tus ruinas. Lamentables y sucias. No serían unas ruinas de esas que te hacen recordar lo bella que fue la ciudad en otro tiempo, lo mucho que debió brillar. Serían unas ruinas de esas que ni siquiera merece la pena visitar, pues la historia que esconden no merece la pena ser contada. Ojalá te consuma en llamas algún volcán y todas tus ruinas de las que tanto te enorgulleces acaben ardiendo. Ojalá algún día dejes de intentar convencer a los demás de que merece la pena pasearse por los restos de lo que queda de ti. Nunca mereció ni merecerá la pena. Ojalá llegue a tu vida un Vesubio destructor que te haga darte cuenta de que jamás llegarás a ser Pompeya.
Te publicitas como el mejor experto de marketing, creando en los turistas la falsa ilusión de que es necesario visitarte. Prometes un clima cálido, sin hablar de todos los inviernos que escondes por dentro. Prometes paraísos ocultando tus infiernos. Prometes aguas cristalinas y paradisíacas, pero lo único que realmente ofreces es un pozo de aguas turbias en las que encierras todas tus mentiras que tocaron fondo. Haces promesas de arte y te vistes de ciudad cosmopolita, sin asumir que nunca nadie ha hallado nada artístico dentro de ti. Pintas tus calles con grafitis que gritan revolución, pero, ¿cómo vas a ser revolucionario si sigues siendo un tradicional aferrado a tus ideas caducas? No vengas luego a quejarte de que nadie ha vuelto a andar entre tus avenidas, de que te has quedado sin turistas. Porque, a veces, no dar razones para quedarse es la mejor razón para marcharse.
Crees que tienes puntos de interés, lugares emblemáticos, zonas que uno no se puede perder. A ver si entiendes de una vez que tienes el mismo interés que una clase de matemáticas a primera hora de un lunes. Piensas que se podría hacer un reportaje de viaje sobre ti mostrando lo apasionante que eres, pero como mucho se podría hacer un documental de esos de la 2 que se ponen de fondo para poder echarse la siesta.
Tu población está envejecida, pues has ido matando a todos los niños que guardabas por dentro. Y no sabes lo triste que es que, con poco más de 20 años, ya seas más viejo que cualquier anciano. Picasso decía que lleva mucho tiempo llegar a ser joven, pero yo creo que tú nunca lo serás. Tu ciudad está cada vez más decadente y te has quedado sin una población llena de ilusión y de fuego en la mirada que pueda llegar a salvarte del desastre. Quisiste encerrarme entre tus viejos muros para que los pintara de colores vivos y escribiera versos en forma de grafiti en tus paredes, menos mal que me di cuenta a tiempo de que ningún color ni verso podría ayudarte.
No puedes tener un centro histórico sin una historia que anhele ser escuchada, no puedes garantizar aire limpio si mataste tu vegetación de tanto arrancar las raíces a los árboles que se arrimaron a ti. Que se vaya otra a tus calles asfixiantes y llenas de polución, me cansé de contaminar mis pulmones y mi mente de tanto respirarte. Eres tan tóxico que acabarás siendo una ciudad fantasma, como Chernóbil.
Tu capital es la mentira, eres presidente del engaño y vendes un Estado de bienestar cuando lo único que ha estado bien en ti son tus pistas de despegue en las que pude por fin abandonarte y salir volando.
¿Por qué te consideras un monumento, si hasta el Ecce Homo de Borja puede presumir de ser más hermoso?
No mereces ni siquiera ser ciudad dormitorio, porque jamás me pareció una buena idea pasar la noche contigo.
No tienes el aire bohemio de París, ni el patrimonio artístico de Florencia, ni el aire innovador y rejuvenecido de Londres. No conservas la dolce vita de Roma, nunca brillarás tanto como la Alhambra de Granada desde el Paseo de los Tristes. Jamás atesorarás los colores, olores y sabores de Túnez. Nunca alcanzarás la elegancia de Lisboa, ni la belleza del puerto de Gaia en un atardecer de Oporto. No te asemejas ni una milésima parte a Barcelona, Madrid o Venecia.
Así que, por favor, deja ya tanto cuento. Te crees el rey de tu palacio de cristal, pero no llegas ni a paje del tugurio más penoso y desolador que jamás haya existido.
Miss Poessía
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