Querida yo del futuro:
Espero que, cuando leas esto, la alegría pese mucho más en tu vida que el fardo de tristeza que a veces te empeñas en cargar sola sobre tus hombros.
Espero que sigas leyendo para tratar de encontrarte a ti misma a través de las historias de otros personajes, que se te sigan poniendo los pelos de punta con los versos que alguien ha dejado escritos para siempre en el lado izquierdo de tu pecho, que tus pestañas aún se llenen de lluvia ante la belleza y que continúes pensando que a este mundo le falta poesía.
Espero que sigas siendo igual de inconformista, que nunca aceptes los puntos de vista que tratan de imponerte para dejarte ciega ni el mundo lleno de filtros que han creado para que nunca puedas llegar a ver la injusticia a cara lavada, la verdad sin maquillaje.
Espero que te sientas bella aunque los insomnios hayan dejado tatuadas bajo tus ojos dos amigas color malva, aunque el tiempo se traduzca en arrugas que surcan la piel de tu rostro, aunque sea lunes y el reflejo que te devuelve el espejo te resulte decepcionante. Déjame decirte que tus ojeras son el tatuaje más bonito porque te recuerdan que, aunque el mundo intente adormecerte, tu sigues bien despierta cada madrugada enfrentándote a tus contradicciones. Que las arrugas que ahora miras con desagrado son señales que indican en el mapa de tu cara el número de veces que has dejado volar tu risa, el número de ocasiones en el que el dique de tu felicidad se desbordó y rompió las paredes de la tristeza.
Espero que hayas encontrado a esa persona que por fin se merezca tus palabras, esa que hace que las mariposas que estaban dormidas en lo más profundo de tu estómago despierten súbitamente creando con su aleteo un huracán de emociones que no seas capaz de escribir ni describir. Esa que, en lugar de ser un eterno capullo que no llega a abrirse, venga a convertirse en la rosa que adorna tu planeta solitario. Y si todavía no ha llegado esa persona, no te preocupes, aprende a valorar el tiempo que pasas contigo misma. Ya llegará alguien que venga a caminar por tus infiernos sin arder, que se encariñe con tus monstruos y sea capaz de mirarlos a la cara sin miedo, que te coja de la mano y te quite el miedo a saltar a las piscinas vacías.
Espero que sigas yendo a la playa, que nunca abandones esa maravillosa sensación de ver tus heridas cicatrizar con agua salada.
Espero que sigas sintiéndote joven, que la rutina no apague nunca el fuego de tu alma revolucionaria, que no intentes volver atrás, por mucho que añores el recuerdo de lo que fuiste. Porque, créeme, lo que fuiste jamás será tan bello como lo que eres ahora ni tan extraordinario como lo que puedes llegar a ser.
Espero que aunque te sientas acorralada, perdida o sola, nunca tires la toalla. Y si la tiras, recógela del suelo, sécate el sudor y vuelve a la batalla. Por muy fuerte que golpee la vida, tú sabes golpear mejor. Recuerda siempre que nadie sabe recoger tus pedazos mejor que tú misma, y que cada fractura te ayuda a seguir construyendo tu palacio de cristal.
Espero que las palabras de Goytisolo te sigan dando fuerzas cada vez que las lees, que nunca te des por vencida aunque a veces esa sea la opción más fácil. A ti nunca te han gustado los caminos rectos, así que hazme el favor de recordarte tienes que ser fuerte pase lo que pase, que tal vez no sepas hasta qué punto eres valiente hasta que ser valiente se convierta en tu única opción.
Espero que, a estas alturas, hayas viajado a muchos de los rincones fascinantes que siempre quisiste descubrir y te hayas descubierto a ti misma en el viaje. Que hayas tachado de tu lista de cosas que hacer antes de morir las que más miedo te dan. Que te busques en personas, en versos, en palabras, en lugares y en sensaciones. Que nunca desistas en el intento de buscarte. Ya te confesó Neruda que «algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti misma, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas». Esperemos que sea la primera opción…
Espero que recuerdes también a Twain en eso de que hay dos grandes días en tu vida: el día en el que naces y el día en el que descubres para qué. No sé si has vivido ya ese segundo gran día, pero al menos confío en que estés tratando de descubrirlo.
Y ya que estamos hablando de personas que han mejorado el mundo con sus palabras, espero que le hagas caso a Benedetti y no te salves. Que Bukowski te siga recordando que estás aquí para reírte del destino y vivir tu vida tan bien que la muerte tiemble al recibirte. Que le hagas caso a Cervantes y no ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser. Que nunca te falten molinos a los que enfrentarte en tu aventura quijotesca. Porque, amiga, espero profundamente que nunca te quedes sin molinos contra los que pelear.
Espero que los infiernos por los que hayas podido llegar a caminar hayan conseguido que ya no te queme cualquier demonio, que por fin te hayas dado cuenta que hay ángeles que no tienen alas pero son capaces de hacerte volar mucho más alto de lo que jamás hubieras imaginado.
Espero que nunca dejes que muera la niña risueña que escondes dentro, que la sociedad no pueda matar jamás tus ganas y tu ilusión, que sigas mirando a la vida como quien mira al chico más bello.
Espero que hayas vivido mucho y que sigas viviendo, que hayas besado y sigas besando hasta que tus labios se desgasten, que hayas amado y sigas amando mientras tu alma lo soporte, que hayas sufrido y eso te haya enseñado.
Espero que nunca pierdas tu esencia. Que, por muchas modificaciones que sufra tu tronco, tus raíces sigan intactas.
Espero que te quieras.
Espero que seas feliz.
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.