Fueron ochocientas las veces que volvía a enamorarme si miraba tus ojos.
Quinientas las noches que al recordar tu mirada no pude reforzar cerrojos.
Ochenta los días que pude notar tu tristeza desde las pupilas hasta el alma.
Cincuenta los atardeceres que pude arrancarte esa tristeza al descifrarnos
frente al mar en calma.
Trescientas sesenta las lunas que abrazamos cuando hundía mis dedos en tus rizos sedosos.
Doscientas ochenta fueron las madrugadas contra las que nos estrellamos,
volviéndonos más hermosos.
Más de ciento ochenta veces en tu piel me dejé quemar,
más de cincuenta veranos para intentar olvidar.
Ocho meses maravillándome con tu risa.
Ciento cuarenta veces te arranqué la camisa.
Miles fueron las caricias que invertía en tu espalda,
las mismas que ahora en vano trato de olvidarla.
Treinta y ocho días fui a dar con tu barba de principito.
Infinitas ocasiones bailando en aquel garito.
Quince veces esa noche tan dulce me refrenaste,
diecisiete, sin embargo, por dentro me quemaste.
Ciento cuarenta y tres choques que nuestras pieles sintieron
las mismas veces que abrazados, nuestros cuerpos ardieron.
Millones de anocheceres me lograste atrapar,
los mismos en los que de tu colchón intentaba escapar.
Nunca pude huir de tus roces silenciosos,
jamás logré renunciar a tus ojos misteriosos,
ni siquiera fui capaz de obligarme a no volverme.
Y ahora, sesenta veces por minuto, siempre vuelves a romperme.
Buongiorno, querídisimo poeta: este poema es de octubre del 2014, lo había publicado en mi anterior blog, pero hoy quise compartirlo contigo. Espero que disfrutes de mis palabras y ya sabes que, si quieres decirme cualquier cosa, puedes dejar tu valiosa opinión aquí abajo. Lo valoro muchísimo y siempre leo todos los comentarios porque me hacen tremendamente feliz. ¡Un gran abrazo! ❤
Miss Poessía
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.