Me gustaría decirte que todos mis finales y mis principios eres tú. En cada amanecer el recuerdo de tu rostro ahoga todos los rincones de mi mente, como si no te bastara con robarme el sueño y los sueños. Y en cada noche gélida en la que los astros y yo tiritamos azules y solitarios, tu sonrisa se me aparece más brillante que la luna, recordándome que, como la letra de Taylor Swift, tu mirada podría avergonzar a las estrellas de Georgia. Las de Georgia, las de cada estado de Estados Unidos y las del mundo entero.
Apareciste justo en el momento en el que más lo necesitaba. En el que más lo necesito. Exactamente como esos personajes de las películas, que aparecen de la nada para devolver sensaciones olvidadas a la vida desastrosa y en completo desorden de la protagonista. En realidad, siempre has estado ahí, lo sé. Pero el año pasado era distinto. Te veía como al amigo simpático de mis amigas, sin llegar a imaginar que este año estaría en tu clase.
¿Cómo iba a pensar entonces que el completo desconocido que eras se convertiría ahora en un importante pilar que aguanta fuerte mi vida con sus sonrisas para evitar que todo se derrumbe y se vaya a la mierda? ¿Cómo hacerse a la idea de que cada vez me adentro más en esta historia?
Me da miedo seguir avanzando, porque sé que me estoy moviendo en un territorio de arenas movedizas. Me siento bien, pero tengo mucho miedo. Estoy aterrorizada. Sé que me puedo hundir en cualquier momento. Creo que, en el fondo, me asusta más el recuerdo de hundimiento que la posibilidad de poderme hundir. Cuando quiero seguir escribiendo mi historia junto a ti, entrar en nuevos territorios inseguros, recuerdo inevitablemente otra historia que aún no se ha terminado de borrar. Recuerdo cómo me hundí entonces, hasta quedarme sin respiración. Hasta morir cuando pensaba que estaba más viva que nunca, y ver a mi propio cuerpo paralizarse lentamente sin poder hacer nada para evitarlo. El miedo ahora me vuelve a paralizar, y me dan ganas de correr en dirección contraria hacia tierras firmes hasta perderte de vista para siempre, en lugar de andar hacia adelante, aunque no conozca lo que vendrá. Tengo mucho miedo de seguir caminando.
Pero, ¿cómo mirarte a los ojos y huir de ti cuando tu mirada me atrapa haciéndome prisionera? ¿Cómo correr en dirección contraria a tu piel cuando mi alma me susurra que me acerque lo máximo posible? ¿Cómo pensar que puedes hacerme daño si mi corazón grita en silencio que curarás todas mis heridas? ¿Cómo dar marcha atrás al pasado y renunciar a ti cuando en realidad siento que debería pisar el acelerador y vivir un nuevo presente contigo? ¿Cómo carajo voy a ser capaz de abrazarte y después obligarme a mí misma a abandonar la batalla? ¿Quién es la valiente que rebobina este cuento cuando la historia ha avanzado tanto?
¿Y si es cierto que me gustas? Que me gusta tu sonrisa amable y tus «buenos días» con poderes para convertir los lunes en el mejor día de la semana. ¿Y si es verdad que te quiero no por quién eres sino, como decía Márquez, por quién soy yo cuando estoy contigo? Y si…
¿Y si me estoy enamorando de ti?
Buenos días, poeta, muchas gracias por dejarte caer por aquí. Esta entrada la escribí hace mucho, en junio de 2014, pero me hacía ilusión sacarla del baúl de los recuerdos y compartirla contigo. ¿Qué te parece lo pava que era en aquel entonces, el miedo que me daba amar? Siéntete libre para dejarme tu valiosa opinión, me encanta leerte. ¡Un abrazo, sé muy feliz! ♡
Miss Poessía
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¿Pava? jajaja. Para nada. Escribir una bonita historia de amor nunca es de «pavas». 🙂
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¡Ay, el amor! Los miedos son inevitables, me temo.
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Jaja muchas gracias Maco, sigo pensando que era un poco pava, pero me alegra que lo veas desde esa perspectiva tan hermosa y es un placer que me leas y que me dejes tu opinión.
Un abrazo ♡
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Totalmente de acuerdo contigo en que son inevitables, Nuria. Sin embargo creo que, aunque no se puedan evitar, hay que sobreponerse al miedo, mirarle a la cara y aprender a gestionarlo. Porque todo lo que queremos siempre nos asusta. Gracias por dejarme siempre por aquí tu valiosa opinión, es un honor.
Un abrazo 🙂
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Me sumo a Maco, creo que de «Pava» no tiene nada, creo que son sentimientos que no tienen edad (del pavo). Eso sí… Se cambian los compañeros de clase por los del trabajo 🙂
Precioso el texto, saludos
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¡Muchísimas gracias Evaristo! Siempre es un placer leer comentarios así, te agradezco de corazón que me dediques tu tiempo y que me dejes tu opinión.
Saludos 😉
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La valentía es plantarle cara a los miedos, sin duda.
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Creo que ha sido una de las entradas más dulces que he leído. El miedo a querer y que te quieran, ese miedo tan familiar a veces, pero que cuando es el primero nos llena de emoción e ilusión. Sin duda el miedo nos puede hacer valientes
Un saludo
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¡Bonito texto, Julia! A mi me pasaba que me daba verguenza leer textos antiguos, porque recordaba sensaciones anteriores… me pasaba eso hasta que una amiga me dijo «no te averguences de cosas que has escrito, porque forman parte de ti, son tu historia»… y ahora leo mis textos desde la perspectiva de mi vida y me veo en ese momento y eso hace reconocerme más ahora. ¡Felicidades por el texto, Julia! Pero me gustaría leerte de ahora… Besos!!!
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¡Muchísimas gracias, Eme! Estoy de acuerdo en que una dosis de miedo también nos puede hacer valientes. Te agradezco el tiempo que siempre me dedicas a leerme, reflexionar y dejar tu preciada opinión por aquí.
Saludos ♡
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Completamente de acuerdo contigo, David, yo también solía ser como tú y avergonzarme de mis escritos, pero me he dado cuenta de que mirar al pasado desde mi presente me ayuda a verlo todo desde otra perspectiva y entenderme mejor. Gracias por tus palabras, de verdad, significan mucho. Yo también espero comenzar a escribir cosas más actuales.
¡Besazos!
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¡Anímate Julia! Es fácil, todo se empieza escribiendo una palabra que rime con alhambra…
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