Nos quedamos sin puntos suspensivos

Ella era una chica con un exceso de pasado, tanto exceso tenía que ese pesado fardo de la memoria se hacía cada vez más difícil de sostener sobre sus hombros.

Quiso huir de todo, poner kilómetros de por medio como solución a sus problemas, sin saber que todos esos kilómetros que dejó atrás fueron los mismos que separaron su vida de la felicidad.

Lo que ella no sabía era que se puede huir de todo, menos del pasado. Por eso cada vez que iba a correr se encontraba con su dolor en cada esquina y lo saludaba, esperando que no la siguiera, que se cansara de verla pasar por delante cada anochecer y se fuera a buscar otras almas.

Subía todas las tardes hasta el mirador y veía el atardecer con lluvia en las pestañas, esperando que sus problemas desaparecieran por el horizonte al mismo tiempo que el sol.

Pero eso nunca ocurrió.

Los problemas ya eran habitantes frecuentes de su vida y por mucho que lo intentó nunca pudo borrar las coordenadas, había dejado tantas huellas que ni siquiera los inviernos eran capaces de descolgar toda esa pena.

Escribió demasiadas madrugadas, tantas que se hizo amiga de las estrellas, pero jamás pudo quitarse de encima las constelaciones que aquel chico perdido había dejado escritas sobre su espalda.

Ella pensaba que, si cambiaba de ciudad, de océano, de hogar y hasta de piel, sus recuerdos más punzantes darían media vuelta porque no se atreverían a cruzar tantos mares. Que ya no tocarían más a su puerta.

Tenía tantos inviernos metidos dentro que las lluvias torrenciales estaban a punto de desbordarla, y cuando uno se fijaba bien en el caudal de sus ojos siempre notaba desmesurada humedad, gigantesca presión que prometía romper en breve los diques de su memoria. Si uno se atrevía a caminar a su lado, se arriesgaba a ser devastado por el tsunami de emociones que guardaba bajo la piel.

Había ido perdiendo poco a poco todos los soles de primavera, por eso su presente se fue destiñendo hasta a adquirir una tonalidad tan grisácea que asustaba. Que la asustaba igual que ese momento en el que se dio cuenta de que esta vez sí era un punto final, al que no le seguían los dos puntos suspensivos.

Miss Poessía

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Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

16 comentarios sobre “Nos quedamos sin puntos suspensivos

  1. Todos los puntos finales aterran.
    «jamás pudo quitarse de encima las constelaciones que aquel chico perdido había dejado escritas sobre su espalda» esta frase me recuerda a una de mi última entrada, espero que haya sido casualidad 🙂
    Un saludo

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  2. Qué bonito, amiga… y qué jodida la distancia. Pero mucho más aún cuando es una distancia forzada. A veces nos empeñamos en sacar a las personas de nuestra cabeza por la fuerza, como si no supiéramos que en el fondo nunca van a dejar de ser parte de nosotros (los km no son tan efectivos como nos gustaría). La clave está en el tiempo y no en la distancia, porque el tiempo va de la mano del olvido y detrás de ellos llega por fin la tranquilad. Me he sentido muy identificada con tu texto (una vez más). Sigue leyéndome la mente, por favor, tienes un don. Un abrazo 🙂

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  3. ¡Hola, Dany!
    Muchas gracias por leerme y por dejar palabras tan bonitas, es un placer tenerte por aquí. Y quédate acurrucado el tiempo que quieras, siempre serás bienvenido en mi humilde morada. Gracias a ti por todo.
    ¡Un abrazo!

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  4. Gracias por tu comentario, Eme. Sí, por supuesto es una casualidad, de hecho esta entrada la tenía escrita desde hace bastante tiempo. Creo que lo de las constelaciones en la espalda es algo que muchos usamos, tal vez hay que buscar otra metáfora, pero la leí hace mucho y me parece hermosa así que de vez en cuando la utilizo. Siento que hayamos coincidido en la búsqueda de metáforas…
    Saludos ♡

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  5. ¡Hola, amiga! ♡
    Qué maravilla tenerte de nuevo por aquí, cada vez que leo tus comentarios se me dibuja una enorme sonrisa, así que te declaro culpable de mi felicidad cada vez que te leo jeje (y no sólo tus comentarios, también soy muy feliz leyendo las hermosas palabras de tu rinconcito). Coincido completamente con eso que has escrito, hay personas que por muy lejos que se vayan, o aunque se vayan para no volver, van a ser una parte esencial de nosotros para siempre.
    Muchísimas gracias por TODO, de verdad.
    Un gran abrazo 😉

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  6. Como todos tus escritos me enamoró.e he sentido bastante identificado la verdad, y tienes toda la razón en cada línea.

    Un abrazo!

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  7. Sorpresa la mía de volver y leer otra vez estas palabras con tanto sentimiento! Dejaste un comentario en mi blog (yodibujosonrisas.blogspot.com) y realmente me encantó tener una huella de ti en mi entrada! la verdad hacía mil que no me metía a leer un poco, pero bueno, más vale tarde que nunca.
    Me ha gustado mucho, y sinceramente, lo que has escrito (aunque dame tiempo para ojear un poquito más!)
    un abrazo entre palabras :)!

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  8. ¡Muchísimas gracias, Ornella! 😉 Es un placer tenerte de vuelta, siempre me alegra ver por aquí lectoras como tú. Me alegro mucho de que te haya gustado, de verdad. Gracias por tu tiempo y tus palabras.
    Un gran abrazo ♡

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