No me olvides

18/07/2016

La luz de la tarde anunciaba que ya se estaba extinguiendo la primavera y mi alma, aunque sin luz, anunciaba que a mi felicidad le iba a llegar pronto la fecha de caducidad. Era una noche de esas pegajosas que van recibiendo poco a poco al verano y yo lo único que deseaba era que sus brazos me recibieran de nuevo. Pero no. Mi única acompañante en esos días era la soledad, así que no sé si por aburrimiento, por no volverme loca o porque ya estaba demasiado cansada de mí misma, decidí ir al bar que me pillara más cerca.

Cuando entré al lugar y vi el panorama, me di cuenta de que tal vez no era la única que andaba jodida en la ciudad. Así que arrastré mi cuerpo y mis penas hasta la barra y decidí ahogarlas en un vaso de cerveza. Sí, algo suave para empezar, todavía quedaba mucha noche por delante y ya estaba bastante harta del ron que me habían dejado en el paladar tantas bocas que mendigaba para olvidar sus huesos. Mientras el camarero me servía la cerveza, miré a mí alrededor. Y fue entonces cuando lo vi. Al chico rubio argentino de ojos felinos que trastocó mi existencia a partir de ese momento. Estaba un par de butacas más allá, mirándome fijamente sin ningún disimulo. Se acercó, se sentó a mi lado, pidió él también una cerveza y trató de sacarme conversación. He de reconocer que tenía su punto con esa atmósfera de misterio y desaliño que lo envolvía y ese acento tan sensual, aunque yo siempre he sido más de morenos.

Ahora podría seguir poniéndome cursi y contar cómo fui perdiendo la noción del tiempo y del dolor mientras buceaba en su mirada, todos los días siguientes que pasé a su lado. Y podría hacerlo, porque él es una historia que merece la pena ser contada, pero eso da para muchos relatos y no quiero extenderme.

El asunto es que ese día nos dieron las diez y las once, las doce, la una, las dos y las tres mientras hablábamos de Sabina y, así, nos sorprendió la madrugada. Días más tarde volvimos a quedar y recordamos de nuevo a Sabina cuando desnudos al anochecer nos encontró la luna. Y acomodada en el delicioso hueco de su clavícula comencé a pensar que ese chico desaliñado le había dado una patada a mi dolor. Y me dio miedo, porque supe que me estaba enamorando.

Me enamoré de él cuando discutíamos sobre quién había sido el primero en acercarse en aquel bar, el causante del loco y bonito desastre en el que estábamos inmersos. Yo le decía que estaba claro que había sido él, que antes de acercarse ya me había acosado con la mirada como proponiéndose que fuera su próxima víctima. Y él me respondía con el argumento de que era yo quien lo había llamado con mi mirada nostálgica perdida en el vaso de cerveza. Y así pasábamos días, discutiendo sobre temas absurdos que siempre acababan con un beso como punto final.

Me seguí enamorando de él cuando me cogió de la mano y me llevó a la playa, a ver el atardecer más hermoso de mi vida y luego nos amamos con el mar como banda sonora.

Y supe que estaba perdida e irremediablemente enamorada de él cuando puso una canción de Abel Pintos, se agarró a mi cintura y me abrazó como nadie me ha vuelto a abrazar, como si temiera que pudiera salir volando, acercando su corazón al mío hasta que a los dos nos sobró hasta la piel. Debí haber sabido entonces lo que iba a pasar, debí haberme anticipado a la catástrofe que lo devastó todo después. «Si cada despedida es una roca sobre el mar, en este corazón hay muchas piedras. No voy a arrepentirme de decirte la verdad, cambiaste con tu amor mi vida entera», decía la letra. Y joder, qué bien sonaba mientras me tocaba como si mi espalda fueran cuerdas de guitarras y quisiera extraer de mí los acordes más bellos. Pero el título de la canción ya anticipaba el caos. No me olvides.

Luego regresó a Argentina y me dejó canciones que aún duelen cuando las escucho, una nostalgia tan grande que se puede ver a kilómetros y a mares de distancia y recuerdos que todavía me siguen arañando el alma.

No me olvides… ¿Acaso me diste otra opción?

Miss Poessía

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Escrito por

Julia. Canarias, 25 febreros. Graduada en Estudios Francófonos Aplicados. Soy una mortal más que intenta descifrarse a través de las palabras y que escribe para saber lo que siente.

4 comentarios sobre “No me olvides

  1. Jaja sí, tienes razón Cristian, la verdad es que estaba muy melancólica cuando escribí esto… Me alegro mucho de poder haberte transmitido los sentimientos que aparecen escritos, está claro que cada uno interpreta un texto de manera distinta según sus experiencias, pero creo que en este caso tú has captado muy bien las emociones descritas. No sabes cuánto te agradezco que estés aquí, al pie del cañón, comentando siempre mis entradas y haciéndome feliz con tus palabras. Gracias de verdad…
    ¡Un abrazo! 🙂

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  2. Hola Sabina!
    Queria agradecerte por el comentario que me dejaste en mi blog, me ha gustado porque esos comentarios son los que me motivan para seguir escribiendo, muchas gracias!❤
    Por cierto, me encanta, me encanta y me encanta tu blog, he leido unos cuantos y dejame decirte que me ha enamorado, sigue asi! No tengo wordpress para seguirte pero considerame como una seguidora más.
    Muchos besos 😘

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  3. ¡Muchísimas gracias, Yadira! Qué alegría más grande entrar por la mañana a WordPress y encontrarme un comentario tan bonito y motivante como este…Me alegro de que a ti también te haya gustado mi comentario y por supuesto sigue escribiendo porque lo haces genial.
    Me encanta que te encante y es todo un honor leer eso, no sabes lo mucho que me anima a seguir esforzándome. Y si quieres seguirme, aunque no tengas WordPress puedes hacerlo en los tres puntitos que aparecen en la esquina superior derecha y te llegará un correo cada vez que publique para que no te pierdas nada.
    Muchos besos para ti también, guapa ♡

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